Hay quienes se empeñan de forma recalcitrante con la idea de que para mejorar el Sistema Educativo, la solución está en informatizar los centros educativos. "Hay que llenar las aulas de pizarras digitales, proyectores, ordenadores, etc", dicen.
Y se equivocan. La tecnología no es ninguna solución a los problemas de rendimiento académico y al abandono escolar.
Por supuesto, las TICs (Tecnologías de la Información y de la Comunicación), son importantes y ayudan. Son importantes porque hoy día todo está informatizado, y el hecho de incluir ordenadores, pizarras digitales, tabletas, etc, en las aulas, contribuirá a adaptar a los alumnos y las alumnas a la sociedad actual. No podemos tener un alumnado desfasado, claro está. Asimismo, la tecnología ayuda porque nos permite avanzar de un modo más rápido que con los medios tradicionales. Por ejemplo, no es lo mismo coger apuntes escribiendo con el teclado que hacerlo a mano.
Pero esto no cambia nada.
El problema principal no radica en si hay que poner o no más aparatos tecnológicos en un aula. Podríamos estar ahora mismo en la época en la que se inventó la escritura y estar debatiendo sobre si hay que usar o no papiros en clase, y veríamos igualmente que el problema no está en las herramientas a utilizar.
Porque la raíz de la cuestión es esta otra: la metodología didáctica.
¿De qué sirve tener en clase lápices, cuadernos y libros, si el o la docente usa una metodología ancestral, basada en la relación asimétrica de poder, la memorización y la repetición? De nada. Pues lo mismo ocurre con los ordenadores, las tablets, los i-pads, las pantallas digitales, etc. No sirve de nada llenar un centro educativo entero de aparatos electrónicos y luego andar practicando una pedagogía del confort, una pedagogía conservadora, costumbrista, adaptada al profesorado en vez de al alumnado, con los chicos y las chicas en fila, teniendo que escuchar en actitud pasiva todo cuanto dice su docente, etc.
Ya expliqué en otra entrada, que hay que revolucionar la Pedagogía, y eso no quiere decir que hay que imponer en las aulas una revolución tecnológica, sino una revolución en la filosofía educativa, en la didáctica, en la deontología docente.
Hay que promover un cambio; pero no de imagen, sino de raíz. Ya lo dijo Albert Einstein:
Pero esto no cambia nada.
El problema principal no radica en si hay que poner o no más aparatos tecnológicos en un aula. Podríamos estar ahora mismo en la época en la que se inventó la escritura y estar debatiendo sobre si hay que usar o no papiros en clase, y veríamos igualmente que el problema no está en las herramientas a utilizar.
Porque la raíz de la cuestión es esta otra: la metodología didáctica.
¿De qué sirve tener en clase lápices, cuadernos y libros, si el o la docente usa una metodología ancestral, basada en la relación asimétrica de poder, la memorización y la repetición? De nada. Pues lo mismo ocurre con los ordenadores, las tablets, los i-pads, las pantallas digitales, etc. No sirve de nada llenar un centro educativo entero de aparatos electrónicos y luego andar practicando una pedagogía del confort, una pedagogía conservadora, costumbrista, adaptada al profesorado en vez de al alumnado, con los chicos y las chicas en fila, teniendo que escuchar en actitud pasiva todo cuanto dice su docente, etc.
Ya expliqué en otra entrada, que hay que revolucionar la Pedagogía, y eso no quiere decir que hay que imponer en las aulas una revolución tecnológica, sino una revolución en la filosofía educativa, en la didáctica, en la deontología docente.
Hay que promover un cambio; pero no de imagen, sino de raíz. Ya lo dijo Albert Einstein:
"Si buscas resultados distintos, no sigas haciendo lo mismo".
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