Hace tiempo, dando unas clases de apoyo a un grupo de niños y niñas de 5 años, hicimos un ejercicio de dibujo. El ejercicio consistía en sacar una ficha de una caja en la que venía escrito el nombre de un animal, un producto, etc. Las niñas y los niños tenían que dibujar de dónde venía el producto o cómo era lo que les había tocado.
Fue sorprendente, porque descubrí la carencia absoluta de cercanía con la naturaleza que tenían las criaturas.
Hubo una niña a la que le tocó dibujar un pollo; y el pollo lo dibujó... asado. Me quedé alucinado. Así pues, le pregunté si sabría dibujar un pollito vivo en otra hoja, con su cabeza, las plumas..., a lo que respondió: "Los pollos no viven ni tienen cabeza ni plumas".
Nunca había visto la niña un pollo vivo y entero en su vida...
Pero es que otro niño, que tenía que dibujar de dónde venía la leche (de vaca), no dibujó una vaca... Lo que dibujó fue un Tetra-Brick.
Los niños y las niñas no tienen ni el más mínimo contacto con la naturaleza. Y eso muestra por qué hay tanto especismo, tanta contaminación, tanta destrucción del planeta.
El ser humano es una especie alejada de la naturaleza. No nos acercamos a ella, y por lo tanto la vemos como algo inexistente, pero que está ahí y debemos cuidar y proteger.
Es por ello que abogo por un modelo pedagógico diferente, que salga de los libros y se aproxime a la naturaleza y a la realidad, aprendiendo a comprenderla y a convivir con ella.
Ya sabéis: ojos que no ven, corazón que no siente.
Hagamos ver a las criaturas para permitirles sentir con mayor facilidad.
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