domingo, 28 de julio de 2013

¿Qué dirían los y las masculinistas si las mujeres no pudiesen ir a la Universidad?

Imaginemos que actualmente, las mujeres de España no pudiesen ir a la Universidad. Esto sería, claramente, un signo de opresión de género contra las mujeres, pues no podrían disfrutar de aprender algo que les gusta, no podrían acceder a ciertos puestos laborales, etc (si no me equivoco, nadie que pase por aquí negará que el poder ir a la Universidad es mejor que el no poder asistir. Si no, en lugar de organizaciones contra la subida de tasas y la suspensión de becas, habría movimientos anti-facultades).

Sin embargo, para los y las masculinistas (o, hablando con propiedad, neo-machistas), la realidad sería bien distinta. Para ellos y ellas, el hecho de que una mujer no pudiese asistir a una Facultad sería una muestra de la opresión masculina. ¿Por qué motivo? ¿Qué es lo que argumentarían si ellas no pudiesen acceder a estudios superiores?

Dirían:

- Que un X por ciento de varones padece ansiedad a causa de los nervios producidos por los exámenes, mientras que no ocurre esto entre las mujeres, con lo cual justificarían que los varones están oprimidos.

- Que, estadísticamente hablando, los hombres, a raíz de tener que quedarse estudiando muchas horas, duermen menos que las mujeres. Y esto sería una prueba de la opresión masculina.

- Que mientras que las mujeres pueden salir a tomar algo con los amigos o las amigas, ellos se tienen que quedar en casa estudiando.

- Que sufren opresión de género porque tienen que ir a la Universidad, mientras que las mujeres no. Como si el derecho al acceso fuese una desventaja...

- Que no es para tanto el poder estudiar, porque al fin y al cabo, hay quienes entran en Facultades muy valoradas como la de Medicina y quienes entran en Facultades poco valoradas como la de Filosofía. Como si el estudiar una carrera poco valorada fuese peor que no poder estudiar nada...

- Que hay un X porcentaje de alumnos muertos por accidentes de coche mientras se dirigían a la Universidad. Y con ello justificarían su opresión.

- Que como el Sistema Educativo no emplea una pedagogía activa, libertaria, crítica y orientada al bienestar del alumnado, sino más bien una educación de masas, al servicio de las empresas, del neo-colonialismo y del capitalismo, los hombres están siendo utilizados por y para el Estado, así que el acceso a estudios superiores no es nada ventajoso.

- Que encontramos a muchos chicos que después de haber estudiado una carrera, no encuentran un trabajo relacionado con lo estudiado y son infelices, mientras que las mujeres, condicionadas para amar toda labor que no tenga nada que ver con unos estudios universitarios, son más felices. Y esto lo usarían como ejemplo de la opresión masculina.

- Que las mujeres no tienen que llorar y sufrir la rabia de haber suspendido un examen, así que ellos están igual de oprimidos.

- Que hay chicos que tuvieron que coger otra carrera diferente a la que más querían estudiar porque no les llegó la nota de corte para tales estudios, mientras que las mujeres no tienen que padecer esa frustración.

- Que los chicos tienen que soportar a docentes aburridos durante horas y horas, mientras que las mujeres no.

- Que un X por ciento de varones es castigado por su padre y su madre por suspender, mientras que no hay ninguna mujer castigada por este motivo.

- Que las mujeres no tienen que luchar contra un Ministerio de Educación reacio a la educación, que les está subiendo el precio de las tasas universitarias y suprimiendo las becas. Esto también lo emplearían como ejemplo de la opresión masculina.

- Que los varones tienen que soportar la presión de altos niveles de competitividad, llegando a tener rivalidad con amigos, mientras que las mujeres no y por ello forman grandes grupos de amigas inseparables.

- Que...

Todo un conjunto de frases que, si bien tienen razón al mostrar lo mal que se encontrarían los varones estudiantes, no sería, para nada, ninguna muestra de la opresión masculina.

Yo, como estudiante que soy, por muchas horas que me pierda de disfrute junto a mi pareja por tener que estudiar,  por muchas horas que pierda pudiendo salir con mis amigos y amigas, por muchas noches en vela que pase, por mucho que tenga que competir por sacar las mejores notas, por mucho que tenga que aguantar a un Ministro de Anti-Educación... soy consciente de que soy dominante, que me encuentro por encima, que tengo más ventajas... que aquellas personas que ahora mismo, dada su situación económica, no pueden sentir la libertad (que no opresión) de hacer un examen en la Universidad.

Jamás se me ocurriría pensar que porque puedo fallecer en un accidente de tren mientras voy a la Facultad o porque me paso días con el corazón latiéndome a mil por hora por los nervios ante los exámenes, estoy siendo oprimido, que sufro opresión de clase, al igual que la gente pobre.

Más quisiera más de uno o más de una poder tener un ataque de ansiedad antes de una exposición en clase; al igual que más de una mujer estaría encantada de tener que soportar unos cuantos kilos, levantando sacos de ladrillos en una obra.


Nota:

Dudo mucho que a pesar de las dificultades o los problemas que tenemos que aguantar, los varones estemos igual de oprimidos (o más) que las mujeres, del mismo modo que dudo que el hecho de que un emperador romano estuviese en el punto de mira para una traición, fuese un indicador que nos muestra la opresión de las clases favorecidas.

No obstante, obviamente, no niego (ni ningún o ninguna feminista) que los varones tenemos nuestros problemas y que es importante erradicarlos. 

Los y las feministas no minimizamos ni invisibilizamos los problemas masculinos (ni siquiera las muertes en accidente de tráfico mientras conducía en dirección a la Facultad) como sí hacen los y las masculinistas con sus aires victimistas, en donde los varones tienen que sufrir las consecuencias y opresiones de mujeres perversas que en lugar de abrirse de piernas todas las noches que a ellos les plazcan, deciden tomarse la libertad de dejar de amarles un día y divorciarse.

Tan solamente, para nosotros y nosotras, tales problemas son una causa surgida a raíz de nuestra posición privilegiada, no una muestra de una supuesta opresión de género. Lo cual no implica que se le reste importancia; como el hecho de que no se vea como una opresión el insomnio padecido por un o una estudiante, no quiere decir que eso sea una cuestión estúpida.

Y por ello, el masculinismo, al colocar en la posición de opresión al o la estudiante que tiene que llorar ante un suspenso, del mismo modo que es oprimida la persona que no puede ir a la Universidad, es tan nocivo. Y por ello, el feminismo, al mostrar que hay un género más privilegiado que otro, solventa también las desgracias masculinas: si hay igualdad, ningún varón tendrá que llorar en solitario un suspenso en la asignatura de Matemáticas II.

jueves, 25 de julio de 2013

La carencia del feminismo: la sensibilidad en su discurso.

Soy feminista y seguiré siéndolo; eso es algo que tengo más que claro. Ahora bien, eso no significa que algún fallo pueda ver alguna vez en el feminismo (no me refiero a algún tipo de feminismo, sino al feminismo en sí). Y hoy voy a hablar de uno que me parece muy importante mostrar para una correcta coeducación.

El feminismo, en su intento por romper con los roles tradicionales de varón-protector y mujer-amorosa, cae, en ocasiones, en el polo opuesto, dando lugar a que la sensibilidad quede ausente en su discurso.

No quiero decir que los y las feministas seamos personas insensibles. Por supuesto, el promover la igualdad entre varones y mujeres, el criticar la violencia, la violación... entre otros muchos aspectos, da un plus de sensibilidad.

Asimismo, aunque no siempre se da el caso, ser feminista ayuda a visualizar otro tipo de discriminaciones, de tal manera que es probable que un o una feminista pueda llegar a ser anti-clasista, anti-racista, anti-homofobia, etc.

Pero el feminismo parece que le tiene rabia a la palabra sensibilidad.

Lo que sucede es que el feminismo, al criticar el rol de varón protector, exaltando la independencia femenina (un error, porque la gente no puede ser independiente, sino tan solamente autónoma, ya que el ser humano es un ser social, es decir, co-dependiente de la humanidad), puede llegar a generar varones insensibles que, en su afán de no ser protectores, puedan ser personas que pasan olímpicamente de las mujeres, faltos de cariño o poco atentos.

Por otro lado, también puede desembocar en mujeres engreídas, con un ego de autonomía desmesurado, que evitan constantemente, por temor a caer en el rol de mujeres abnegadas, el ser tiernas y amorosas, de tal modo que se olviden de dar cariños, mimos o cuidados a los varones.

Entonces, cuando un varón feminista se topa con una mujer sexista y patriarcal, se encuentra con un problema: ella le cuida, pero él no es protector; así pues, ella se siente utilizada; piensa que no la aman y la relación se desestabiliza.

Cuando una mujer feminista se topa con un varón sexista y patriarcal, se encuentra con un problema: él trata de protegerla desmesuradamente, agobiándola, sin dejarla autonomía, mientras que ella le da poco cariño. La relación aquí también se desestabiliza al pensar el uno que no le aman y al sentirse la otra con poco espacio.

Y todo parecería idóneo dentro de una relación feminista. De hecho, en general lo es. Pero dentro de este punto puede llegar a faltar, como he dicho, la sensibilidad, ya que puede ocurrir que por un lado él sea poco atento por no ser muy protector y ella sea poco tierna por no acabar desviviéndose por él.

Esta radicalización puede llegar a empeorar la situación cuando una pareja de feministas atraviesa por un problema, porque si ella se siente mal y él por no querer ocupar su espacio, apenas se acerca a ayudarla, se sentirá sola; pero si él se siente mal y ella por temor a ser una mujer tradicionalista que se desvive por los hombres, no ofrece su apoyo, se sentirá solo.

Así pues, lo ideal en la coeducación, no es tanto, en mi opinión, romper radicalmente con los roles tradicionales de varón-protector y mujer-abnegada, sino inculcar a chicos y chicas la sensibilidad (no entendida como debilidad, sino como empatía) para que ellos sean protectores y amorosos al mismo tiempo, y ellas sean amorosas y protectoras a su vez. Y todo ello, no con respecto a la pareja, sino con todo el mundo, de tal modo que ellos cuiden también de chicos, y ellas sean tiernas también con las chicas.

domingo, 21 de julio de 2013

Mejoremos la educación, ahora también en Facebook, además de incluir una página sobre adultismo.

Este blog, Mejoremos la educación. Mejoremos nuestro futuro, ahora también puede encontrarse en Facebook. Tan solo tenéis que buscarme como Mejoremos la Educación (o, si no me equivoco, pinchar aquí). Por supuesto, mantengo la serpiente alada como imagen distintiva. Así, no os resultará difícil reconocerme.

Asimismo, he creado una página titulada ¿Adultismo? No, gracias, en la que publicaré información, artículos periodísticos, etc, sobre el adultismo o adultocentrismo. La imagen distintiva es Mafalda con un bocadillo encima en el que reza "¡Exijo mis derechos!". Haciendo click aquí, supongo que llegaréis (no manejo muy bien las TIC y de momento estoy investigando un poco).

Por último, os dejo una encuesta sobre el adultismo, que me sería de mucha ayuda si la respondéis. Si os interesa mantener el anonimato, podéis comentar de forma anónima o enviarme las respuestas a mi correo: mejoredu@hotmail.com.

1- ¿Sabías qué es el adultismo o adultocentrismo antes de leer sobre ello en este blog? (En caso de que la respuesta sea afirmativa, por favor, indica alguna fuente a través de la cual conociste qué es. Por ejemplo: un o una docente, un amigo o una amiga, X libro, Y blog, Z entrada, etc). 

2- ¿Estás de acuerdo (o no) en que la edad también sea una forma de opresión?

3- ¿En qué grado estás de acuerdo con lo que se publica en este blog sobre el mencionado tema? (Valora del 1 al 10, siendo el 10 la máxima puntuación).

4- ¿Te han ayudado las lecturas sobre el adultocentrismo para la comprensión y el reconocimiento del mismo?

5- Si se publicase un libro sobre el adultismo, ¿te parecería interesante leerlo?

6- ¿Te ha ayudado la visibilización del problema de la discriminación en función de la edad para darte cuenta de otros tipos de opresiones?

7- ¿Ha cambiado algo la lectura de entradas sobre el adultismo en tu modo de ver las cosas, en tu discurso o en tu forma de comportarte frente a gente de menor edad?

8- ¿Piensas que sería útil que se promoviese un movimiento como el paidocentrismo para luchar contra la discriminación cometida por las personas adultas frente a las más jóvenes?

9- (Opcional). Indica algunas medidas (políticas, económicas, sociales, personales...) que adoptarías para favorecer la no discriminación en base a la edad.

Muchas gracias.

viernes, 19 de julio de 2013

Reconocer el llanto del bebé: ¿cosa de mujeres?

Dicen que los varones no están preparados para cuidar a un o una bebé tan bien como una mujer. Dicen que una "falta de instinto paternal" les hace menos sensibles al llanto, que estén menos interesados en la crianza o que sean torpes en el cuidado.

Pues bien, si ya parecía poco el mostrar que el feto reconoce la voz del padre y su ritmo cardíaco aumenta al escucharla; si ya parecía poco demostrar cómo la oxitocina, esa hormona del amor y del apego, también se encuentra en los padres; si ya parecía poco que el cerebro masculino también puede cambiar con la paternidad; si ya parecía poco que la diversidad animal es tan variada que no podemos dar por hecho que un varón, por ser macho, no se implicaría de forma natural en la crianza... ahora un nuevo estudio nos indica que los varones son tan capaces como las mujeres de reconocer el llanto de su bebé.

Este estudio nos indica que el hecho de reconocer o no reconocer el llanto de la criatura tiene más bien que ver con el tiempo que el padre pasa con ella. Asimismo, el estudio nos sugiere que al mismo tiempo, el varón podría padecer un conjunto de cambios biológicos con la paternidad, los cuales producirían un proceso de "sincronía biológica" con la madre ya desde antes del parto, preparándole para la crianza

Os paso una entrada escrita en Save the Children por Romina González, técnico de Advocacy y Políticas de Infancia:

Nos hemos topado con un tímido, pero interesante dato: un estudio publicado por la revista Nature Communications desvela que los hombres son tan capaces como las mujeres de reconocer el llanto de su bebé. Algo que a simple vista podría parecer obvio o poco significativo, contribuiría a deslegitimar el arraigado determinismo genético que atribuye esencialmente a las mujeres la habilidad para responder adecuadamente a las necesidades y de los hijos e hijas.

El estudio “Father are just as good as mothers at recognizing the cries of their baby(1) llevado a cabo por un equipo de científicos franceses, sugiere que reconocer el llanto del hijo entre varias grabaciones tiene que ver con el tiempo que el sujeto pasa con el bebé –la disposición del cuidador, ya sea la madre o el padre- y que, a su vez, esto podría verse influenciado por una serie de cambios biológicos que la paternidad desencadena en el hombre. Diversos estudios apuntan que unas semanas antes del parto y durante el posterior período de crianza, los varones experimentan un proceso de “sincronía biológica” con la madre que les “prepara” para asumir las tareas de cuidado y apoyar a la madre.

Pero ¿la paternidad en sí provoca estos cambios inevitablemente en todos los varones? Sin conocer a fondo todos los estudios al respecto, me aventuro a lanzar la hipótesis de que biología y conducta también se retroalimentan en este caso, es decir, estos cambios surgirían de la interacción que se da entre el interés del futuro padre por los cuidados de la madre gestante y un descenso considerable (¿causa o efecto?) de sus niveles de testosterona. Cambios que, con probabilidad, no se den en un padre ausente física y/o emocionalmente de su vivencia previa y posterior a la paternidad.

Aunque está por determinar si la calidad de la respuesta, el saber “interpretar” y actuar con prontitud es similar en ambos sexos, todo parece indicar que la motivación y el deseo de cuidar a los hijos tiene un peso fundamental, si no, el principal.

Cada vez son más los hombres que quieren participar en el cuidado de sus hijos asumiendo una paternidad responsable, mucho más amplia de lo que se les “ha permitido” y que pasa por compartir tareas, hasta ahora, limitadas al universo femenino. Muestra de ello, es el cambio de paradigma sobre el papel del hombre en la crianza de los hijos que promueven asociaciones como AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género) quienes ya ha colaborado en este espacio con la entrada al blog La paternidad responsable como camino hacia una igualdad real.

Y ahora, con todo esto, ¿quién sigue pensando que el buen cuidado y la correcta crianza es solo un asunto de mujeres?


Nota:

(1)- En inglés, significa "Los padres son tan buenos como las madres en el reconocimiento del llanto de su bebé".


Fuente:



Gracias a Kuxille por pasarme el artículo.

martes, 2 de julio de 2013

Qué es el adultismo y por qué lo veo en todos lados.

Cuando hablo de adultismo o adultocentrismo, no mucha gente sabe a qué me refiero.

Queda claro qué es el racismo, queda claro qué es la homofobia, queda claro qué es el machismo... pues las personas adultas tienen la voz y la conciencia suficientes como para protestar contra la opresión ejercida sobre la gente cuya piel es de color negra, la gente homosexual, las mujeres, etc; lo cual ha dado lugar a que esos problemas, entre otros, sean más visibles.

Sin embargo, los niños y las niñas no tienen conciencia para saber que el trato que reciben a veces es opresivo y desmesurado. Ellos y ellas, en numerosas ocasiones, sufren una dominación y una discriminación por parte de las personas adultas que, desgraciadamente, integran como algo normal y por ello se someten.

Incluso cuando crecen y alcanzan la adolescencia y la juventud, llegan a experimentar cómo se les utiliza como mano de obra barata al implantarse una Formación Profesional dual que mercantiliza la educación, o al contratárseles prácticamente como becarios/as (y por tanto, con un sueldo basura) o con un contrato de aprendizaje tras el cual, al agotarse, se les despide inmediatamente para coger nuevamente a más jóvenes a quienes explotar.

De hecho, cuando un o una adolescente o joven se queja de que, en España, el paro juvenil alcanzó en abril del 2013 el 57, 22 % o de que tienen las peores condiciones laborales (sobre todo las chicas), tal y como explicó Albert Recio, Profesor del Departamtento de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona, en un congreso sobre Juventud y Sociedad (el título está en catalán, pero el texto en castellano), la reacción adulta tiende a ser la de "bueno, de qué te quejas, si vives con tu padre y tu madre" o "no importa tu situación, tú no tienes una familia a la que alimentar". Como si el querer independizarse, cotizar, tener una Seguridad Social propia, un sueldo digno o tener la oportunidad de ser tú quien forma una familia, fuese algo irrelevante, o un lujo y un capricho más que un derecho.

Pero, ¿qué es el adultismo exactamente?

Es, básicamente, un sistema mediante el cual las personas que no han alcanzado la edad adulta (bebés, infantes, niños y niñas, adolescentes y jóvenes) quedan subordinadas a las personas que sí han alcanzado la adultez. El adultismo se expresa mediante la idea de que las personas adultas son superiores a las más jóvenes, llegándose a otorgar, por este motivo, entre otras cuestiones, el derecho de faltarles el respeto, de tratarles como objetos que pueden poseer y controlar a su antojo, y de promover medidas políticas, económicas, educativas... centradas en el bienestar propio, sin tener en cuenta los sentimientos y las opiniones de la gente de menor edad.

En numerosas ocasiones, el adultocentrismo suele asociarse, simple y superficialmente, a los malos tratos. Es decir, que cuando hablo de adultismo, hay quienes comentan: "Pero yo no pego ni grito a mi hijo o hija, ni al resto de criaturas". Y con eso se dan con un canto en los dientes, sin darse cuenta de que este sistema, cuyo origen tiene lugar, como el sexismo, en el patriarcado, abarca un abanico inmenso de acciones y perspectivas que van más allá de la simple violencia física.

Entonces, ¿cuándo también una persona está siendo adultocentrista? ¿En qué situaciones una persona está siendo adultista? ¿Qué ejemplos de adultismo podemos encontrar?

- Adultismo es considerar los desacuerdos de las y los jóvenes frente a los caprichos de las personas adultas que les rodean, automáticamente como actos de rebeldía, mal comportamiento o teatro, mientras que tales actos serían considerados normales si ese o esa joven fuese una persona adulta. Por ejemplo, cuando alguien considera que un niño o una niña es rebelde si se niega a comerse todo el plato de macarrones, pero ve lógico que una persona adulta sí pueda dejarse algo de comida en el plato. Entre las personas adultas, se entiende que alguien no tenga más hambre cuando ha comido una cantidad suficiente de comida. Sin embargo, para las niñas y los niños suele establecerse un límite de ingesta de comida a superar, y si no lo hacen, se dice "que no comen".

- Adultismo es aprobar el castigo físico aplicado a niños y niñas, mientras que sin previo aviso se denunciaría a una persona adulta que osase hacer esto mismo con otra persona también adulta.

- Adultocentrismo es promover una pedagogía centrada en el profesorado en lugar de en el alumnado, además de colocar al o la docente en una posición jerárquica superior a sus discentes, en vez de como iguales.

- Adultocentrismo es discriminar y dañar de cualquier modo, como históricamente ha venido aconteciendo, a los seres más jóvenes por el mero hecho de ser jóvenes, tratándoseles como objetos que pertenecen a sus padres y madres, en vez de como a personas que se pertenecen a sí mismas.

- Adultismo es estereotipar o poner etiquetas negativas a los niños y las niñas, y a los y las adolescentes y jóvenes por el mero hecho de ser niños/as, adolescentes o jóvenes. Por ejemplo, cuando se dice que los niños y las niñas solo buscan manipular, que los y las adolescentes solo buscan drogarse y emborracharse, o cuando se dice que los y las jóvenes son irresponsables, idiotas y vagos/as.

- Adultismo es considerar los sentimientos y las opiniones de los seres más jóvenes como triviales y algo que han de ignorarse. Por ejemplo, cuando un niño o una niña denuncia un abuso o un maltrato y se dictamina que padece el falso Síndrome de Alienación Parental, obligándosele a convivir con quien le agrede y le hace sufrir para "curar" su "problema".

- Adultocentrismo es no incluir a las personas más jóvenes en la toma de decisiones importantes. Por ejemplo, cuando una familia se divorcia y no se pregunta a un niño o una niña si quiere estar con un progenitor, con el otro o con ambos. 

- Adultocentrismo es negar los derechos de las personas más jóvenes, subordinándose a las decisiones y las necesidades de las personas adultas. Por ejemplo, cuando a una persona joven se le niega el acceso a un puesto laboral porque "es más importante que trabaje un adulto o una adulta".

- Adultocentrismo es asesinar a bebés por el simple hecho de nacer con determinados problemas, como ocurría en Esparta y como está ocurriendo actualmente en hospitales ingleses.

- Adultismo es estar en contra de medidas de discriminación positiva en favor de las personas jóvenes, como las becas para el estudio o los planes para el fomento del empleo juvenil.

- Adultocentrismo es someter a la gente de menor edad a las decisiones arbitrarias de la gente adulta. Por ejemplo, cuando se decide que una niña debe llevar pendiente porque así lo dicta la familia, marcando su oreja como si de un objeto de su propiedad se tratase, al mismo tiempo que se le reprocha que ésta en el futuro, cuando es adolescente, decida hacerse un piercing.

- Adultocentrismo es promover una educación conductista y como un medio en lugar de como un fin en sí misma, persiguiendo con ello la finalidad de adiestrar a los niños y las niñas para los intereses de las personas adultas.

- Adultismo es obligar a una criatura a pedir perdón (o lo que es lo mismo, obligarla a sentirse de un modo y no de otro), o a dar un beso, a no sentir temor en la noche, a no tener vergüenza ante seres desconocidos, o a presentar ciertos modales que son totalmente culturales y para nada naturales, además de variables en función del país.

- Adultismo es decidir su orientación sexual, preguntándosele si ya tiene novio o novia.

- Adultocentrismo es considerar el libre juego infantil como una pérdida de tiempo, llegándose al punto de imponer a los y las infantes, juegos supuestamente más productivos, como los llamados didácticos.

- Adultocentrismo es echarle una bronca a una criatura por explorar su sexualidad.

- Adultocentrismo es opinar que es lícito pagar menos a un o una joven por el mismo trabajo que desempeña otra persona adulta.

- Adultismo es hablar de un niño o una niña a pesar de tenerle al lado, como si no estuviese presente.

- Adultocentrismo es negar el acceso a cierta información que solicitan los chicos y las chicas porque se cree que no presentan la madurez suficiente. Por ejemplo, cuando preguntan que de dónde vienen los niños y las niñas y se les niega la respuesta.

- Adultocentrismo es impedir su autonomía y empoderamiento.

- Adultismo es traicionar la confianza y el espacio personal de los seres más jóvenes. Por ejemplo, cuando se cuentan sus secretos o sus intimidades (como hacen ahora algunas madres en sus blogs, que van contando si su hijo o hija mea claro u oscuro pero muy seguramente se enfadarían si su pareja fuese contando en qué posturas hacen el amor).

- Adultocentrismo es faltarles el respeto o desconfiar de ellos y ellas solo por ser niños/as, adolescentes o jóvenes.

- Adultocentrismo es pensar que los niños y las niñas necesitan castigos para aprender, o que solo comprenden las cosas a base de golpes y gritos (el típico "la letra, con sangre entra").

- Adultismo es poner la experiencia adulta como siempre y automáticamente más valiosa que la juvenil, en lugar de simplemente distinta.

- Adultismo es olvidar que en los casos de violencia de género, los hijos y las hijas también sufren las consecuencias.

- Adultocentrismo en pretender volver a la pedagogía del pasado, con un profesorado autoritarista y temido, y con una familia que proporciona una educación totalmente coercitiva y centrada en la comodidad de las personas adultas, como por ejemplo, la promovida por Amy Chua en su libro El himno de batalla de la madre tigre, o por Eduard Estivill en sus libros.

- Adultismo es dar como visto bueno la venta de bebés, tal y como sucede con los vientres de alquiler.

- Adultismo es tratarles como seres inútiles con expresiones como "Si te dejase solo/a, quemarías la casa", "¿Cuándo vas a crecer?", "No lo toques, que tú lo rompes", "Tú no sabes nada de lo que es la vida" o "Tan solo es una etapa, ya se le pasará la tontería".

- Adultismo es hacer documentales o películas de cine en donde los y las jóvenes se muestran como personas siempre groseras, alcohólicas, drogadictas e irresponsables.

- Adultocentrismo es pensar que los hijos y las hijas deben amar siempre a su padre y a su madre por el mero hecho de ser su padre y su madre.

- Adultocentrismo es buscar impedir la interrupción voluntaria del embarazo libre, segura y gratuita, supuestamente para defender al futuro o la futura bebé (cuando el único interés de esto es el de que las personas pobres traigan al mundo más esclavos y esclavas al servicio de la gente rica que sí podrá permitirse el aborto, saltándose la ley a la torera), al mismo que una vez que ha nacido la criatura, el colectivo "pro-vida" (o mejor dicho, pro-aborto, pro-muerte y pro-violación) repentinamente se olvidan de ella y "que la familia se fastidie y se las apañe como pueda", aunque pasen hambre y penurias. Y es que a este sector, hipocresía no le falta.

Como podemos observar, ejemplos de adultismo o adultocentrismo, no faltan. Este sistema se cuela por todos los lados y a veces resulta difícil detectarlo, porque es una de las opresiones a las que más acostumbrados y acostumbradas estamos, en tanto que todo el mundo pasa  por ella durante muchos años de su vida.

Ahora, ante el adultocentrismo, ¿qué movimiento se plantea? Fácil: el paidocentrismo.

El paidocentrismo viene a ser el movimiento que promueve la igualdad de derechos y trato entre todas las personas independientemente de su edad.

Es decir, el paidocentrismo no consiste en dar todos los derechos a los niños y las niñas mientras las personas adultas quedan subordinadas. Las personas paidocentristas somos humanistas y por ende miramos por el bien de toda la gente. No promovemos, para nada, lo contrario, como por ejemplo, que el profesorado deba respetar a sus alumnos y alumnas, mientra que ellos y ellas pueden insultar a sus docentes. En absoluto. Nosotros y nosotras buscamos la igualdad sin importar la edad.

Ahora bien, cuando el interés de una persona adulta y el de un ser más pequeño entra en conflicto, excepto cuando corre en peligro la propia vida en mi caso, nosotros y nosotras miramos antes, como medida de discriminación positiva, por la parte más vulnerable, es decir, la parte de menor edad. Por ejemplo, si un varón adulto es padre y quiere desentenderse de la criatura por completo, no le daremos el visto bueno (por el contrario, siempre podemos encontrar a gente que llega a pensar que es preferible tener a un hijo que una hija porque no se queda en periodo de gestación y así "no hay ningún problema").

Claro, ahora puede venirme alguien, cual masculinista ante la protesta de una mujer feminista, a decirme cosas como "pero nosotras, la gente adulta, somos quienes más fallecemos en accidentes laborales, quienes tenemos que desvelarnos por la noche para atender a los y las infantes, o quienes tenemos la presión de alimentar a una familia".

Quien diga esto, lo que no ve son dos cosas:

1- Que está siendo víctima de un sistema que él o ella está creando. Las leyes, la educación, la posibilidad de acceder al mercado laboral, etcétera, no es algo que construyen los niños y las niñas, sino la gente adulta. 

2- Los y las bebés no deciden nacer, sino que son sus padres y madres quienes deciden darles la vida. Es obvio que tengan que hacer frente de forma responsable a las consecuencias de sus propios actos; pero no es lógico que un niño o una niña tenga que agradecer que le hayan traído al mundo.

Así pues, no puede negarse la dominación adulta, por muchas desgracias que éstas puedan pasar, cuando sus problemas no son creados por la gente más joven, sino por sus propias decisiones.

Finalmente, cuando hablo de paidocentrismo, no me refiero a que haya que dejar a los niños y las niñas que hagan todo lo que quieran, como por ejemplo tomar a broma que un niño le levante la falda a una niña. No me refiero tampoco a que el trato sea tan igual al de una persona adulta hasta el punto de obligarles a realizar derivadas en matemáticas o a comprender qué es la densidad a los dos años. Cuando hablo de paidocentrismo, me refiero a la eliminación de estereotipos por razón de edad, y a la equidad de derechos y de trato para la gente joven con respecto a la gente más adulta, nada más.

No me cabe ninguna duda de que a los seres más pequeños les falta la experiencia necesaria para desenvolverse autónomamente por el mundo; así que no estoy insinuando con esto que haya que tratarles como seres adultos en miniatura.
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