lunes, 21 de noviembre de 2011

Las personas adultas no siempre saben más que las jóvenes.

En una reciente entrada que hice, la de La baja por paternidad también beneficia a los/as bebés, una persona anónima me dejó un comentario diciendo que no soy más que un crío con un pensamiento débil y que ya crecería.

Esto me recordó a la idea que tienen muchas personas adultas que por el simpre hecho de que otra persona tenga una edad menor, esta persona tiene menos razocinio, menos capacidad para pensar, y que, por ende, no hay que hacer caso a lo que opinen las personas jóvenes.

Es cierto que las personas jóvenes tenemos menos experiencia (en ciertos aspectos, quizá podríamos decir que tenemos más, dado que, a través del aprendizaje cultural, el cual va avanzando y evolucionando a lo largo de la historia, almacenamos toda esa experiencia), pero también olvidamos que a veces carecer de experiencias permite incluso opinar con más objetividad. Por ejemplo, un/a niño/a (quizá me equivoque), difícilmente podrá ser racista u homofóbico/a, pues carece de experiencias (ideas, opiniones escuchadas, sensaciones, etc), que le lleven a serlo; o una mujer que carezca de la experiencia de una educación machista y sexualmente represiva, muy probablemente no tendrá ningún temor ni nerviosismo la primera vez que haga el amor o entre en período de gestación.

Desde luego, queda claro que estas personas adultocentristas que te tratan como un ser inferior por tener menos edad, no saben que Isaac Newton formuló la Teoría de la Gravedad a una edad cercana a los 24 años, y hoy día se le sigue estudiando...

Y bueno, el caso, que aquel comentario me recordó el siguiente cuento:

Hubo un día en que Javier llegó a casa con cara de extrañado. Su padre, al verle, le preguntó:

-¿Qué te ocurre, hijo?
-Ayer Elena habló con su mamá y ella le dijo que las madres y los padres siempre saben más que sus hijos/as, y que tienen que hacerles caso en todo.

-No entiendo por qué pones esa cara, entonces -dijo su padre-. La madre de Elena tiene toda la razón.

-¿Entonces, tú también piensas que todos los padres y todas las madres saben más que los/as hijos/as siempre?

-Por su puesto -respondió el padre.

-Entonces, ¿el papá de Elena también sabe más que ella?

-Sí.

-¿Y tú sabes más que yo?

-Sí.

-¿Y mamá, para todo, y siempre, siempre, sabe más que yo?

-Claro, hijo mío.

-Entonces, ¿los padres y las madres también sabrían hacer más cosas que sus hijos/as?

-Sí, Javier, sí. Los padres y las madres siempre conocen más cosas que sus hijos/s. Por tanto, también saben hacer más cosas que ellos/as.

-¿Y piensas, entonces, que todos los padres y todas las madres del mundo tendrían más ideas y mejores ocurrencias que sus hijos/as?

-Sí, Javier. Los padres y las madres tenemos más experiencia que los/as hijos/as. Por tanto, nuestras ideas son mejores, más útiles y más valiosas.

-Entonces, por favor, papá, respóndeme a esta pregunta: ¿Por qué fue Thomas Edison quien inventó la bombilla y no su padre o su madre?

Pd. Agradecería a los y las adultocentristas la lectura de esta entrada.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El juego de la historia.

Misteriosa, del blog Los que vamos contra corriente, ha comenzado un juego que consiste en lo siguiente:

Ella ha empezado una historia y los/as demás tenemos que continuarla en cadena. Para participar, hay que inscribirse dejando un comentario en esta entrada:


En la misma también podréis ver las condiciones del juego. Yo me he apuntado primero, por lo que continúo la historia.

Parte de Misteriosa:

Una vez más, Teresa se acercó a la playa. Su cerebro era un hervidero de ideas, de sentimientos, toda ella estaba en una especie de nebulosa en la que no sabía qué hacer, cómo seguir... Sabía que era imposible, sabía que no tenía futuro, sabía que no podía ser. Pero a pesar de ello... su corazón la seguía empujando allí, hacia él. El era un ser humano maravilloso, amable, atento, detallista, y ella se sentía irremediablemente enamorada de él. No podía evitar pensar en él, aunque no quisiera. No podía controlarlo, era superior a sus fuerzas. Así que una vez más fue a la playa, donde sabía que él podría estar cerca, donde sabía que podría encontrarse con él y darle conversación hasta llevarle al terreno que ella quería. Quería decirle lo que sentía por él, que él lo supiera, aunque no pudieran estar juntos, porque pronto él se marcharía irremediablemente a tierras lejanas, tal vez para siempre. Caminaba con la cabeza baja, pensando qué hacer, qué decir si se lo encontraba, pensando si sería capaz de volver a enamorarse así de alguien. Cuando de repente, vio un brillo extraño en la arena que le llamó la atención. Se acercó al lugar de donde provenía el brillo y se agachó para poder cogerlo con sus manos. ¡Santo Cielo! ¡Era...!

Continuación:

¡Era la esclava de plata que un par de años antes le había regalado a su amado! No cabía duda de ello. No sólo podía reconocerla por aquella fina y elegante forma que tenía, sino que también porque yacía tan limpia como el día en que la compró, pues su amado cuidaba sus cosas y a las personas con una dulzura y una ternura inigualables, y porque en ella rezaba su nombre: Javier.

Por un breve momento, sobrevino por la cabeza de Teresa la terrorífica idea de que Javier hubiese tirado la esclava sobre la arena a propósito, con la intención de deshacerse de todo recuerdo de ella. Mas pronto desechó aquel pensamiento, pues no era la primera ocasión en que Javier perdía aquella esclava, y sabía ella que aquello no se debía a otra cosa más que a un desafortunado descuido.

Así pues, con el reluciente objeto en mano, Teresa prosiguió su camino para encontrarse con la persona a la que tanto amaba, pensando qué le iba a decir. Decidió finalmente que rompería el hielo haciéndole saber que había perdido la esclava, y pondría aquel fortuito suceso como excusa para justificar su encuentro.

No tardó mucho en hallarlo, y cuando lo hubo hecho, se paró en seco, a poca distancia de él. Un escalofrío recorrió todas y cada una de las pares de su bello cuerpo. Iba a declarar su amor a Javier y no sabía cómo hacerlo.

De pronto, su amado se dio la vuelta, percatándose así de su presencia. Con una sonrisa y saludando con la mano, Javier se aproximó a Teresa.
Ella, tras inspirar profundamente y con el pulso acelerado, solamente atinó a pronunciar una palabra de forma entrecortada:

-Ho... la...
Hasta aquí mi parte. ¿Alguien se anima a continuar?

Pd. Si se apunta alguien, por favor, que previamente se pase por la entrada de Misteriosa para hacerlo. Gracias.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Aunque lentamente, se va viendo algo de igualdad...

Puede que hayan encontrado alguna vez en los baños públicos alguna imagen que mostraba un cartel de señores, y otro de señoras; y el de señoras (nunca el de varones) probablemente incluía la imagen de un/a bebé, como la que se muestra a continuación:


Pues bien, hace ya varias semanas, estuve con Kuxille y los/as amigos/as en el centro comercial Madrid Xanadú. Allí, al pasar al baño, sorprendentemente vimos las imágenes de unos baños que incluían a un/a bebé, a otro hijo, al padre y a la madre. 
 

- #cosasraras "Baños Familiares" en centros C o.O...Lo imagino útil solo en el caso de un padre&hija ...
(Había incluido dos fotografías que realicé yo, pero me da problemas el programa. A ver si en otra ocasión puedo colocarlas. Así que, de momento, coloco esta imagen sacada de la web).

Se trataba de un baño especial, un baño familiar donde los padres y las madres pueden pasar con sus hijos/as, sin tener que separarse. Lo mejor de esto es que muestra también al padre como un ser que puede ser partícipe de la crianza y el cuidado de sus niños/as.

Esto, sin duda, viene bien también para los niños y las niñas que vean esto, que podrán empezar a adquirir imágenes de una crianza compartida, y por ende, menos sexista y más igualitaria.

Quizá no sea mucha cosa, pero es un comienzo que indica que, aunque sea poco a poco, algo sí que va mejorando la sociedad con respecto al punto de vista que se tiene frente al tema de la paternidad/maternidad.

martes, 8 de noviembre de 2011

No es verdad. Mitos sobre la educación actual.

Hoy, buscando información para un trabajo de clase, he encontrado un  artículo en PDF cuyo contenido está genial. Habla sobre algunos mitos que se están transmitiendo actualmente sobre la educación, y muestra cómo los métodos pedagógicos de hoy día no distan mucho de aquellos tradicionales de base conductista.

El título del documento es No es verdad, y el link del mismo es este:


Espero que disfruten con la lectura.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El permiso por paternidad obligatorio también beneficia a los/as bebés.

Como ya sabemos, la educación está orientada, con respecto a la crianza de los niños y las niñas, a una segregación de roles en función del sexo: se estipula socialmente que las mujeres deben encargarse de las criaturas bajo la falacia de que "ellas son las más preparadas por naturaleza para esta tarea", mientras que los varones han de ir al trabajo y dedicarse exclusivamente a proveer (aunque esta segregación madre-hogar y padre-trabajo hoy día también es en muchos casos difícil que se dé, en tanto que el nivel de vida que se ha generado actualmente, precisa que en muchas familias con un bajo nivel socio-económico, tanto la mujer como el varón busquen un empleo, lo cual lleva en muchas ocasiones también a tener que pagar dos coches, más gasolina, dos seguros... y al final nadie puede encargarse de sus hijos e hijas).

Por supuesto, cada persona debería poder hacer lo que más le guste, que pueda elegir libremente en su vida. Sin embargo, como la sociedad gira en torno a la segregación del sexo, tanto en la educación como en la promulgación de leyes, salirse de los valores (pre)establecidos no es tarea fácil, dado que se nos condiciona desde nuestra más tierna infancia para seguir un camino dado y no el que nos sale del corazón. Y a mí me gustaría que se fomentase la libertad y el derecho de elección, para lo cual es necesario proporcionar una educación igualitaria y orientada hacia la libertad (lo que, por supuesto, supone no sólo un cambio de mentalidad con respecto a las funciones de género, sino que también una revolución en diversos aspectos, como por ejemplo una sociedad con una situación económica algo más equitativa y situaciones laborales menos opresivas). Si la educación es sexista, y no feminista, esto es, igualitarista con respecto a los roles de género, entonces ya no podemos hablar de una real libertad de elección. Y mucho menos si además las leyes ponen obstáculos.

Y, aunque para poder cambiar la sociedad primero tenemos que cambiarnos a nosotros/as mismos/as (primero hay que cambiar lo interno antes que cambiar exclusivamente lo externo, porque de lo contrario surge un fenómeno denominado "backlash" -vuelta de látigo-, y lo que ocurre es que cambia la sociedad pero no las mentes de las personas que componen esta sociedad, y al final la liberación se vuelve contra ti), sí es cierto que también es bueno cambiar, poco a poco, algunos aspectos externos para poder adquirir una mayor libertad y autonomía, y que esto externo influya un poco sobre lo interno.

Entre esos factores externos que, en mi opinión, hay que cambiar, y que muchas personas ya piden (es decir, que muchas personas ya han cambiado internamente), se encuentra la obtención de un permiso por paternidad obligatorio.

Todos y todas sabemos que una sociedad sin una baja por paternidad, es una sociedad que impide la elección libre y que discrimina tanto a varones como a mujeres. ¿Por qué? Sencillo:


Para los varones, la carencia de un permiso por paternidad resulta una discriminación, obviamente, porque se les niega a ejercer su pleno derecho a disfrutar de la crianza, el cuidado, la enseñanza y la educación de su hijo/a, de su bebé que acaba de nacer; se le niega el derecho a crear lazos con su niño/a y a disfrutar junto a él/ella (mientras que, por contra, la madre sí podrá disfrutar de este derecho); se le niega el derecho a estar junto a la madre, a la cual, después del período de gestación y del parto, y más todavía si es por cesárea, una ayuda le vendrá bien. Asimismo, si un hombre no disfruta de una baja por paternidad, corre el riesgo de que las empresas lo exploten, sabiendo que su familia necesita su sueldo.

Para las mujeres es discriminatorio porque, para aquellas que deseen encontrar un puesto laboral, les resultará más difícil. Cuando una mujer busca trabajo, en caso de tener una formación similar (en ocasiones incluso superior) a la de un varón, tendrá menos probabilidades de ser contratada, en tanto que ella, si está en edad de procrear, puede quedarse en período de gestación, con lo cual tendría derecho a varias semanas de baja por maternidad, y con ello la empresa tendrá que buscar a otra persona que la reemplace. En resumen: sin una baja por paternidad que sea  igual que la baja por maternidad, las mujeres constituyen todo un estorbo para las empresas (repito: para las empresas, no para mí), mientras que los varones, cuando tienen hijos/as, al no tener la obligación de coger una baja por paternidad, no representan ningún tipo de problemas de este tipo.

De hecho, está tan fuertemente asociada la crianza a las mujeres, que cuando los niños y las niñas presentan algún problema, mucha gente acusa a éstas. Por ejemplo, en los periódicos o incluso en libros, podemos leer escritos en los que se dice que cuando un/a niño/a tiene un problema determinado, se debe a una falta de estimulación por parte de la madre, o a que su madre no estuvo al tanto de ellos/as, o que su madre... su madre... su madre... ¿Responsabilidad y derechos del padre? No tiene, al parecer...

Algunas personas ponen la excusa barata de que los hombres no podemos dar el pecho (cosa que no es del todo cierta). Y mi  pregunta ante esta excusa es: ¿es que el cuidado de un/a bebé consiste exclusivamente en dar el pecho? ¿No olvidan que un/a bebé también necesita afecto, caricias, abrazos, besos, cuidados higiénicos, atención..., y que todo esto también lo puede hacer un varón? Además, con esta excusa, a las mujeres que tengan dificultades a la hora de dar de mamar o que no puedan dar el pecho por la causa que sea, no debería concedérseles el permiso por maternidad. Entonces, ¿quién cuida al o la bebé, si ni al padre ni a la madre se les cede una baja, porque no dan el pecho? (Ah, es cierto, olvidaba que hay personas que pretenden que un día los/as bebés salgan caminando, o incluso levitando, del vientre materno, con una Licenciatura y un Doctorado, y sabiendo, cómo no, prepararse la comida).

Como se habrán dado cuenta, yo hablo de un permiso por paternidad obligatorio (también debe serlo el maternal, además de que deberían tener una duración de al menos 6 meses ambos), es decir, que para mí la baja ha de tenerse y cogerse sí o sí, y no ser opcional. ¿Por qué? En primer lugar, porque si es opcional, es fácil que el jefe o la jefa de la empresa presione a los varones trabajadores para que no se cojan la baja, so amenaza de ser despedidos o de ser colocados en un puesto inferior y ver su sueldo reducido. Y en segundo lugar, porque no es justo que las mujeres tengan el deber y la responsabilidad obligada de cuidar a sus hijos/as, mientras que para el varón el cuidado es algo opcional. ¿Cómo es eso de que sea opcional cuidar a tu hijo/a? ¿Qué les parece si ponemos como opcional que un/a cirujano/a le atienda o no ante una patología que le causaría la muerte de no acceder a una rápida intervención médica?

Bueno, hasta aquí, creo que ha quedado claro que la baja por paternidad beneficia tanto a las mujeres como a los varones.

Ahora veamos de qué modo una baja por paternidad obligatoria beneficia también a los/as bebés; veamos cómo la baja por paternidad obligatoria constituye toda una medida también paidocentrista:

Si yo ahora le digo a los padres y las madres que no tengo la obligación de cuidar a sus hijos/as cuando los traen a clase, con la burda excusa de que soy un chico y solamente las maestras tienen tal obligación, seguramente se me echarían encima, enfadados/as, y con razón, porque todo el mundo quiere que a sus hijos/as se les cuide bien. Pero no sólo yo tengo esa responsabilidad de cuidar bien de esos/as niños/as, sino que también su padre y su madre. A su vez, pienso, en tanto que todos/as queremos ver a nuestros/as hijos/as bien cuidados/as, deberíamos opinar lo mismo para con el resto de niños y de niñas (y mejor aún: para todas las personas, indistintamente de su sexo, edad, ideología, nación, color de piel, cultura, etc).

Un hijo o una hija nace de un padre y una madre, es responsabilidad de ambos progenitores; por tanto, ambas partes tienen el deber de cuidar a sus hijos/as. Y también, un niño o una niña es responsabilidad de la sociedad, y por consiguiente, la sociedad debería tratarles bien, cuidarles, protegerles y contribuir a que puedan disponer de una buena educación y formación.

Cuando hablamos de educación obligatoria, mucha gente entiende por esta la obligatoriedad de niños y niñas de ir a la escuela para aprender y educarse. No obstante, yo considero que deberíamos cambiar la mentalidad en esto y comenzar a verlo del siguiente modo: por educación obligatoria debería entenderse el deber y la obligatoriedad de la sociedad en general, y de padres y madres en particular, de criar, enseñar y educar a niños y niñas.

Los niños y las niñas no deberían tener la obligación de educarse, sino el derecho a ser educados/as. La obligación ha de residir en padres y madres, y en la sociedad. Para los/as pequeños/as tiene que ser un derecho; para las personas adultas, una responsabilidad y un deber.

Por ende, al entender la crianza, el cuidado, la enseñanza y la educación de los niños y las niñas desde su nacimiento como un derecho, vemos que se hace necesaria que la baja por paternidad, al igual que la de por maternidad, sea obligatoria, en tanto que hace a los padres responsables de sus hijos/as, y a los/as bebés les otorga y refuerza su derecho a ser criados/as y educados/as.

A esto, existen personas que responden que habrá padres que cojan la baja y no cuiden a sus niños/as, y por este motivo, la baja no tiene que ser obligatoria. En primer lugar, me parece esto un pensamiento un tanto rebuscado que generaliza absurdamente. En segundo término, por esa regla de tres habría que eliminar la escuela pública, porque hay niños/as que no estudian; habría que eliminar la sanidad pública, ya que hay hay médicos/as que no hacen bien su trabajo; habría que tolerar las guerras, porque, total, siempre habrá gente que cometa delitos; habría que quitar muchas cosas beneficiosas y permitir otras tantas perjudiciales...

Y en definitiva, al ser la crianza compartida, al haber una persona más al cuidado de los/as mismos/as, los/as bebés, además de obtener su derecho a la educación y a ser tratados dignamente, reciben mayor atención, mejores cuidados, una mejor estimulación (más vocabulario, más caricias, más besos...), se estrechan lazos entre ellos/as y sus padres y madres, y reciben más amor y protección. Todo esto, indudablemente, les beneficia.

Entonces, por todo esto, podemos afirmar que la baja por paternidad obligatoria, igual e intransferible es una medida también paidocentrista que beneficia a los/as bebés, y para mí sólo por ello ya hay que luchar por alcanzarla.
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