miércoles, 23 de noviembre de 2016

Los y las docentes no tenemos la verdad absoluta.

La Pedagogía es una Ciencia Social. Eso quiere decir dos cosas:

En primer lugar, que la Pedagogía no es una ciencia exacta y, por ende, no funciona como la gravedad. Si yo sostengo un objeto en el aire aquí en España y lo suelto, caerá al suelo, pues será atraído por la fuerza de la gravedad terrestre; y esto mismo ocurrirá si repito la acción en China, en Noruega, en Afganistán o en Chile. Sin embargo, un mismo planteamiento pedagógico no tiene por qué funcionar igual en un país que en otro, ya que cada nación, o pueblo, o comunidad, tiene su cultura. 

En segundo término, hemos de dejar claro que quienes nos dedicamos a la educación y la enseñanza, trabajamos con personas. Y las personas son todas distintas, con sus vidas, sus experiencias, sus ideas...; ergo, una metodología docente puede llegarle de distinta forma a Fulanito, a Pepita, a Menganito y a Anita.

Entonces, no podemos pretender que, como muchos y muchas docentes parece ser que desean con ansia, se nos dé la razón a todas horas, ni que nuestra palabra sea ley; toda autoridad.

Nos podemos equivocar, reconozcámoslo. Parece que a ciertos maestros y a ciertas maestras les molesta, les hiere en su orgullo o algo por el estilo, el tener que admitir esto. Pero es así: nos podemos equivocar y hacer, por supuesto, las cosas mal.

Que hayamos estudiado, 3, 4, 5, 6 años... no nos da un poder mágico otorgado por divinidades ancestrales y que nos lleva a estar en posesión de la verdad absoluta.

Puede ocurrir, perfectamente, que cuando un padre o una madre habla con nosotros/as, esté en lo cierto y resulte que nos hayamos equivocado; puede ser que no vayamos por buen camino en nuestra forma de llevar a cabo nuestro proceso de aprendizaje-enseñanza con su hija o hijo, y que la culpa no esté en que esa criatura, "que no quiere dar un palo al agua o es más tonta que Abundio", sino que estamos haciendo las cosas mal. Perfectamente, puede darse el caso de que ese padre o esa madre no es una persona tarada, rancia, tiquismiquis, retrógrada, pesada... que quiere venir a darnos la lata con sus quejas, sino que el problema reside en nosotras y nosotros, que tenemos la cabeza cuadrada, nos hemos instalado en la Pedagogía del Confort, y no queremos dar nuestro brazo a torcer, lo cual nos lleva a un bucle sin salida que perpetúa nuestra mala praxis.

Abramos los ojos y calmémonos. Nosotros y nosotras, como docentes, no debemos andar con egolatría y creer que somos la crème de la crème. Debemos tener humildad y darnos cuenta de que el único ente importante en este proceso educativo es nuestro alumnado. Nosotras y nosotros tan solo somos una pieza más de su aprendizaje. Pero nada más que eso. No creo que haya que revalorizar la profesión docente ni que se nos vea como salvadores/as del Universo.

En nuestros discentes ha de estar la atención y la clave del proceso educativo. Nuestra función radica, simplemente, en poner a su disposición las condiciones necesarias para que puedan sortear con éxito los obstáculos.

Y todo lo demás, sobre la autoridad, la importancia, la omnipotencia y la omnisciencia del profesorado... no son más que meras pamplinas.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

La prostitución: un oficio como cualquiera.

Hoy os dejo un corto francés (subtitulado al castellano) que compartieron las compañeras de Plataforma Anti Patriarcado, en el que se muestra a una estudiante que será encauzada a una Formación Profesional de "Trabajo" Sexual...


Prostitución es violación.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

La tecnología no es la solución en educación.

Hay quienes se empeñan de forma recalcitrante con la idea de que para mejorar el Sistema Educativo, la solución está en informatizar los centros educativos. "Hay que llenar las aulas de pizarras digitales, proyectores, ordenadores, etc", dicen.

Y se equivocan. La tecnología no es ninguna solución a los problemas de rendimiento académico y al abandono escolar.

Por supuesto, las TICs (Tecnologías de la Información y de la Comunicación), son importantes y ayudan. Son importantes porque hoy día todo está informatizado, y el hecho de incluir ordenadores, pizarras digitales, tabletas, etc, en las aulas, contribuirá a adaptar a los alumnos y las alumnas a la sociedad actual. No podemos tener un alumnado desfasado, claro está. Asimismo, la tecnología ayuda porque nos permite avanzar de un modo más rápido que con los medios tradicionales. Por ejemplo, no es lo mismo coger apuntes escribiendo con el teclado que hacerlo a mano.

Pero esto no cambia nada.

El problema principal no radica en si hay que poner o no más aparatos tecnológicos en un aula. Podríamos estar ahora mismo en la época en la que se inventó la escritura y estar debatiendo sobre si hay que usar o no papiros en clase, y veríamos igualmente que el problema no está en las herramientas a utilizar.

Porque la raíz de la cuestión es esta otra: la metodología didáctica.

¿De qué sirve tener en clase lápices, cuadernos y libros, si el o la docente usa una metodología ancestral, basada en la relación asimétrica de poder, la memorización y la repetición? De nada. Pues lo mismo ocurre con los ordenadores, las tablets, los i-pads, las pantallas digitales, etc. No sirve de nada llenar un centro educativo entero de aparatos electrónicos y luego andar practicando una pedagogía del confort, una pedagogía conservadora, costumbrista, adaptada al profesorado en vez de al alumnado, con los chicos y las chicas en fila, teniendo que escuchar en actitud pasiva todo cuanto dice su docente, etc.

Resultado de imagen de aula con ordenadores

Ya expliqué en otra entrada, que hay que revolucionar la Pedagogía, y eso no quiere decir que hay que imponer en las aulas una revolución tecnológica, sino una revolución en la filosofía educativa, en la didáctica, en la deontología docente.

Hay que promover un cambio; pero no de imagen, sino de raíz. Ya lo dijo Albert Einstein:

"Si buscas resultados distintos, no sigas haciendo lo mismo".

martes, 26 de julio de 2016

400.000

A pesar de mi inactividad que he tenido durante un largo debido al completo giro que ha dado mi vida en tan solo poco más de medio año, este blog ha permanecido con un ritmo constante de visitas. Y ahora que lo he retomado, el crecimiento de las mismas ha sido brutal. Esto ha dado lugar que, sin problemas, haya alcanzado ya... ¡las 400.000 visitas! Y esto es un no parar; un suma y sigue en el que Mejoremos la educación. Mejoremos nuestro futuro, sigue en pie de guerra contra un modelo educativo y cultural que orienta nuestra sociedad al constante desastre.

Espero que el ritmo de este espacio vaya, si no a mejor, al menos por el camino que sigue, a fin de contribuir a una educación mejor, a un futuro mejor.

¡Muchas gracias a todos y todas quienes estáis ahí siguiéndome, a quienes os pasáis de vez en cuando a comentar, a quienes me recomendáis en otros espacios, a quienes compartís mis entradas... e incluso a quienes solo vienen a soltar mierda! ¡Muchas gracias, porque sin vosotras y vosotros, esto no sería posible!

lunes, 16 de mayo de 2016

Los niños y las niñas tienen derecho a no dar ni besos ni abrazos.

Copio y pego un artículo que leí hace ya bastante tiempo pero que hoy he vuelto a ver compartido por Facebook y con el que estoy totalmente de acuerdo:

"Todo el que tenga niños sabe que en la mayoría de los casos lo más normal es que se muestre verdaderamente renuente a dar muestras de afectos tales como besos o abrazos tanto a familiares como a conocidos y lo cierto es que obligarlos a hacerlo de todos modos es la peor de las opciones en cualquiera de los casos. Lo cierto es que obligar a los niños a demostrar afecto que no les nace de manera natural en realidad no los vuelve más sociables sino más vulnerables al abuso sexual y al desarrollo de conductas sexuales de complacencia, aunque los adultos desconozcan estas graves consecuencias.

Lo máximo que se le puede solicitar a un niño es que trate a los otros con respeto, pero nunca que haga demostraciones solamente por contentar a dicha persona o al adulto que se lo indica, ellos deben tener siempre el control de las elecciones en lo referente a su cuerpo y a la forma en la que interactúan con los otros, ya que mientras más rápido asimilen que tienen el total derecho de decidir qué hacer y con quienes, mejor será su desarrollo personal y más positiva su visión sobre si mismos, aprendiendo a respetarse y a cuidarse siempre, sin importar lo que digan los otros, algo que aunque parezca simple en una situación cotidiana de “dale un beso a la tía o se pondrá triste”, en realidad tiene un significado realmente importante en cuanto a no dejar paso a la manipulación, a la obligación o al condicionamiento.

Especialistas en el tema como la cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower InternationalIrene van der Zande que maneja esta agrupación sin fines de lucro que se especializa en brindar información sobre prevención de la violencia y seguridad personal, indica:

“Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”…“Esto lleva a que los niños sean abusados sexualmente, a que las adolescentes se sometan a comportamientos sexuales para ‘que yo le guste’ y a que los niños soporten el bullying porque todos están ‘divirtiéndose’”.

La gran mayoría de los padres no consiguen observar la magnitud del problema, obligar a un niño a tocar a la gente de forma inofensiva cuando ellos no lo sienten de forma natural los deja vulnerables a cualquier otra situación de riesgo con pederastas, teniendo en cuenta que en un alto porcentaje de casos de pedófilos, el abusivo es un conocido del niño, es sumamente probable que los adultos hayan obligado al niño a demostrarle “afecto” a ese individuo con anterioridad, por lo que el mensaje es realmente confuso para el pequeño, que se verá obligado a soportar los abusos ya que siente que eso es lo que sus padres quieren que haga.

Ursula Wagner, especialista de salud mental explica por su parte:
"Envía un mensaje de que hay ciertas situaciones en las que lo que hacen con sus cuerpos no depende de ellos". "Si son obligados a mostrar afecto aunque no quieran, más adelante los hace vulnerables al abuso sexual".
Si no nos parece bien que una persona tenga que ceder ante su pareja para "no frustrar su deseo y sus sentimientos", tampoco debería parecernos bien que una criatura deba ceder para "no dañar" a la tía, al primo, a tal conocida o al abuelo.

No es no; incluso cuando se trata de niñas y niños.
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