lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Es trabajar fuera del hogar sinónimo de cuidar?

En la entrada anterior, mostré cómo el hecho de realizar tareas domésticas implica un proveer, de tal modo que, junto a la primera parte de aquella entrada, he desmontado el mito masculinista sobre que a lo largo de la historia las mujeres no han proveído ni han trabajado para los varones (o que, en el caso de proveer, eran lo hombres quienes realizaban principalmente esta función).

El caso es que tanto en la entrada anterior como en otro blog, se me ha planteado que si al desempeñar las funciones del hogar se está proveyendo, debería afirmar también que al trabajar fuera del hogar se está cuidando a los hijos y las hijas.

El comentario en concreto que se dejó fue: 

"Aceptaré que las mujeres proveen con el trabajo en la casa si tú aceptas que los hombres cuidamos a los hijos por igual al trabajar afuera".

Y en aquel blog al que hago referencia (y cuya referencia no pondré aquí porque es un espacio masculinista y no voy a pasar links que promueven una ideología misógina y misándrica), se me respondió lo siguiente:

"Del mismo modo se podría decir que ganar dinero para que los niños vistan y coman, tengan un techo, agua corriente, entretenimiento etc. es también “cuidar de los hijos”. Pero cuando comienzan los argumentos para el divorcio y la custodia, no he visto a ningún feminista defender esto. Si los roles del cuidador y el proveedor están íntimamente ligados, como pareces señalar, lo estarían para los dos géneros".

Antes de nada, decir que no pongo en duda que proveer es una de las principales actividades que permiten sacar a delante a las siguientes generaciones, de tal modo que, efectivamente, también puede afirmarse que en el proveer se encuentra implícita la crianza de las criaturas. No obstante, estoy en desacuerdo con el planteamiento de que que el cuidado sea por igual. No creo que el hecho de que realizar tareas domésticas sea igual a proveer pueda compararse paralela y equitativamente al hecho de que al proveer se puede criar. Y la razón es ésta: para proveer, solo hay que proveer, mientras que para sacar adelante a un niño o una niña, hace falta más que eso.

Proveer es algo que se puede desempeñar de diversas formas (dando clases particulares, arreglando tuberías, vendiendo pan... e incluso de forma auto-gestionada, al mantener una granja, por ejemplo), e implica hacer solo eso: proveer.

Sin embargo, para sacar adelante a los hijos y las hijas, hay que tener en cuenta cuatro aspectos: el cuidado, la crianza, la enseñanza y la educación.

- El cuidado: Una de las acepciones de la RAE para el verbo cuidar es "asistir a alguien que lo necesita". Para cuidar de un ser humano, hay que estar presente, prestarle atención e interés, preparar su ambiente a fin de evitar posibles problemas.

- La crianza: Criar es originar o producir algo, es alimentar, es producir el crecimiento o desarrollo de alguien. Para criar lo único que se necesitan son recursos, para lo cual entra el juego el proveer.

- La enseñanza: Enseñar es producir el aprendizaje de alguien, cambiar su estructura cognitiva para que adquiera una serie de conocimientos, habilidades y conductas.

- La educación: Educar es un procedimiento más complejo que enseñar. No basta con que se aprenda algo: es necesario que el aprendizaje trasforme al individuo. Si yo digo que 2 + 2 = 4, enseñaré algo, pero no educaré a nadie. Sin embargo, si logro que una criatura no torture a un animal por placer, o que una persona maltratadora cambie su actitud y deje de maltratar porque ve que esta mal, estaré educando. Para educar, es necesario enseñar; por el contrario, no toda enseñanza es necesariamente educativa.

Cuando una persona va a trabajar exclusivamente, solo contribuye a la crianza de su hijo o su hija. Es algo sumamente importante, no lo podemos negar, pero solo cubre esa única función. El cuidado, la enseñanza y la educación no se dan en una criatura si solo se provee. Sin embargo, cuando una persona se queda en casa al cuidado de los hijos y las hijas, está ejerciendo todas las tareas mencionadas más un rol co-proveedor.

Ojo: por supuesto, con ello no estoy diciendo que todas las mujeres deban permanecer en casa porque están desempeñando lo que es, en mi opinión, una función mucho más importante y completa en cuanto al ámbito familiar. Ya he mencionado otras veces que, para mí, el trabajo no debería ser un simple derecho para traer provisiones al ámbito privado que es la familia. En mi opinión, el trabajo debería ser un derecho y un deber orientado a la supervivencia tanto del propio individuo como de la sociedad en su conjunto. Es decir, en lugar de ser el trabajo un medio de explotación, empoderamiento y exclusiva auto-supervivencia, debería ser un proyecto de carácter social encaminado a mantener, en igualdad y armonía, a la especie humana, como si de la provisión, el cuidado, la crianza, la enseñanza y la educación de una gran familia colectiva se tratase. Por ello opino que tanto mujeres como varones deberían tener la obligación de repartirse las tareas de dentro y fuera del hogar (así como que habría que suprimir la familia-isla-objeto, abolir la propiedad privada, etc. Pero eso será tema para otra entrada).

Por esto mismo, porque proveer exclusivamente solo cubre una función mientras que el trabajo doméstico abarca una mayor variedad de facetas en el desarrollo de los hijos y de las hijas, no creo que sea paralelamente comparable el proveer exclusivamente con el desempeñar funciones domésticas.

Y por esto mismo, opino que no puede tener el mismo peso en el divorcio a la hora de hablar de custodia el haberse quedado en casa al cuidado de las criaturas que el haber salido a trabajar fuera del hogar.

Además de que, como me comentaba Kuxille mientras preparaba esta entrada, ambas actividades no tienen el mismo valor a nivel social, de tal modo que la custodia compartida automática supone una discriminación para quien socialmente hablando se ha llevado la peor parte (quien se ha quedado en casa). Si lo reconocido en nuestra cultura es el haber salido a trabajar; si lo que permite autonomía y supervivencia propia tras el divorcio es el haber desempeñado lo que socialmente se entiende como la única función proveedora (el trabajo extra-doméstico), el dar una custodia compartida automática no solo implica desproteger a las criaturas, a las cuales se las deja en manos de alguien que nunca las ha cuidado, enseñado y educado directamente, en tanto que solo ha contribuido a su crianza, sino que además implica dar un plus de valor a quien ya ha sido reconocido socialmente y dejar en la misma posición, o incluso inferior, a quien socialmente no ha tenido ni tendrá ningún reconocimiento.

Ya sabéis: en caso de que en un hogar el padre vaya a trabajar fuera y la madre se quede en casa, el varón podrá seguir adelante tras el divorcio gracias al reconocimiento social de su labor, mientras que la mujer, a pesar de haber pasado años cocinando, limpiando, barriendo, enseñando, educando... jamás podrá presentar un currículum que la lleve a ser cocinera de un restaurante importante o docente en una escuela. Así pues, considero justo que se lleve la custodia ella, en tal caso, con el objetivo de que su hijo o hija siga el mismo modelo pedagógico por el cual ha sido guiada su vida y para compensar la desigualdad que acarrea la falta de valor atribuido a sus labores en nuestra cultura.

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