Soy feminista y seguiré siéndolo; eso es algo que tengo más que claro. Ahora bien, eso no significa que algún fallo pueda ver alguna vez en el feminismo (no me refiero a algún tipo de feminismo, sino al feminismo en sí). Y hoy voy a hablar de uno que me parece muy importante mostrar para una correcta coeducación.
El feminismo, en su intento por romper con los roles tradicionales de varón-protector y mujer-amorosa, cae, en ocasiones, en el polo opuesto, dando lugar a que la sensibilidad quede ausente en su discurso.
No quiero decir que los y las feministas seamos personas insensibles. Por supuesto, el promover la igualdad entre varones y mujeres, el criticar la violencia, la violación... entre otros muchos aspectos, da un plus de sensibilidad.
Asimismo, aunque no siempre se da el caso, ser feminista ayuda a visualizar otro tipo de discriminaciones, de tal manera que es probable que un o una feminista pueda llegar a ser anti-clasista, anti-racista, anti-homofobia, etc.
Pero el feminismo parece que le tiene rabia a la palabra sensibilidad.
Lo que sucede es que el feminismo, al criticar el rol de varón protector, exaltando la independencia femenina (un error, porque la gente no puede ser independiente, sino tan solamente autónoma, ya que el ser humano es un ser social, es decir, co-dependiente de la humanidad), puede llegar a generar varones insensibles que, en su afán de no ser protectores, puedan ser personas que pasan olímpicamente de las mujeres, faltos de cariño o poco atentos.
Por otro lado, también puede desembocar en mujeres engreídas, con un ego de autonomía desmesurado, que evitan constantemente, por temor a caer en el rol de mujeres abnegadas, el ser tiernas y amorosas, de tal modo que se olviden de dar cariños, mimos o cuidados a los varones.
Entonces, cuando un varón feminista se topa con una mujer sexista y patriarcal, se encuentra con un problema: ella le cuida, pero él no es protector; así pues, ella se siente utilizada; piensa que no la aman y la relación se desestabiliza.
Cuando una mujer feminista se topa con un varón sexista y patriarcal, se encuentra con un problema: él trata de protegerla desmesuradamente, agobiándola, sin dejarla autonomía, mientras que ella le da poco cariño. La relación aquí también se desestabiliza al pensar el uno que no le aman y al sentirse la otra con poco espacio.
Y todo parecería idóneo dentro de una relación feminista. De hecho, en general lo es. Pero dentro de este punto puede llegar a faltar, como he dicho, la sensibilidad, ya que puede ocurrir que por un lado él sea poco atento por no ser muy protector y ella sea poco tierna por no acabar desviviéndose por él.
Esta radicalización puede llegar a empeorar la situación cuando una pareja de feministas atraviesa por un problema, porque si ella se siente mal y él por no querer ocupar su espacio, apenas se acerca a ayudarla, se sentirá sola; pero si él se siente mal y ella por temor a ser una mujer tradicionalista que se desvive por los hombres, no ofrece su apoyo, se sentirá solo.
Así pues, lo ideal en la coeducación, no es tanto, en mi opinión, romper radicalmente con los roles tradicionales de varón-protector y mujer-abnegada, sino inculcar a chicos y chicas la sensibilidad (no entendida como debilidad, sino como empatía) para que ellos sean protectores y amorosos al mismo tiempo, y ellas sean amorosas y protectoras a su vez. Y todo ello, no con respecto a la pareja, sino con todo el mundo, de tal modo que ellos cuiden también de chicos, y ellas sean tiernas también con las chicas.
10 comentarios:
Añado:
Prueba de esto, en mi opinión, está en los masculinistas, quienes se quejan de cosas como que los hombres, por ser caballerosos, mueren más que las mujeres al protegerlas de un tiro de bala, poniendo su cuerpo en medio, cuando la crítica debería ser al revés: que no haya tantas mujeres que protejan a los hombres poniendo su cuerpo en medio.
A veces, los y las feministas nos quejamos de cosas como que una mujer, para cuidar de su marido y sus hijos e hijas, abandona el trabajo y se dedica a vivir por y para ellos y ellas, cuando la crítica debería ser al revés: que los varones no hagan tanto eso, porque el cuidar al resto es importante.
Es decir, estoy criticando que a veces el discurso iguala, en mi opinión, hacia abajo, hablando de la sensibilidad como algo negativo.
Ésa es, al menos, la sensación con la que me quedo al leer algunas entradas y algunos artículos, o al hablar con feministas, que se quejan de que X mujer cuida y se preocupa por un varón, en lugar de decir "me siento poco atendida; me gustaría que fueses más cariñoso conmigo".
Saludos, y espero que con esta entrada nadie piense que estoy poniéndome contra el feminismo, porque lo digo y lo reafirmo: soy feminista y seguiré siéndolo. Mi crítica es a la forma de expresarnos en ocasiones y no al feminismo en sí mismo.
!Hola,enrique!
Estoy totalmente de acuerdo.Hay que dejar salir la sensibilidad o por lo menos intentarlo,hace tanto bien.
Muy bueno tu post,me gusto muchisimo.Muchos besitos y buen fin de.
Bienvenida al blog, Esmeralda D.H y gracias por tu comentario.
Un saludo y buen fin de semana a ti también.
¡Hola Enrique!
Oye, pero ¿de dónde sale esto de que el feminismo está contra la sensibilidad? Entiendo que el machismo diga algo como:
A. La sensibilidad es femenina.
B. Lo femenino es indeseable.
C. La sensibilidad es indeseable.
En todo caso, el feminismo abolicionista, del cual soy felizmente partidaria, diría que hay que erradicar totalmente los estereotipos de género. Pero esto no se refiere a quitarle a las personas TODAS las características humanas, pues aunque en los extremos, todas están contenidas en los dos géneros hegemónicos.
Según yo el feminismo pretende sólo quitar las características de género que favorecen la desigualdad (y esto es el pilar de feminismo). De esta forma, si la sensibilidad no hiere, habrían de adoptarla los hombres. Si la sensibilidad tiene incidencia negativa en el ejercicio de los derechos humanos, definitivamente habría que eliminarla.
La androginia es ideal cuando busca lo mejor de ambos géneros para el bienestar de todas y todos, pero no tiene sentido buscar una androginia que nos haga peores. Como decir "ahora todos los hombres serán dependientes económicamente, y las mujeres se sentirán obligadas a tener sexo con todo mundo a todas horas". Eso sería una androginia negativa, y necesariamente va en detrimento del ejercicio de los derechos humanos.
Así que si por definición el feminismo lo que busca es que los derechos humanos de las mujeres sean respetados a la par de los de los hombres, no veo cómo, en un sentido estricto, el feminismo quisiera abolir una característica inocua.
Si hay feministas que opinen eso, creo que no lo hacen desde el feminismo, sino desde un entendimiento extraño de las implicaciones de la sensibilidad, la protección y la solidaridad.
Vamos, que no me parece tan lindo afirmar que es un punto flaco del feminismo. Me parece más justo decir que hay algunxs feministas que olvidaron que el feminismo va por la igualdad de derechos entre sexos, no por hacer una sociedad más nefasta.
Un abrazo enorme.
Ser Filosofista:
No digo que el feminismo esté en contra de la sensibilidad, sino que el feminismo deja ausente a la sensbilidad en su discurso.
Con ello no quiero decir que el feminismo busque una sociedad peor. De hecho, el feminismo en sí mismo es un movimiento para una sociedad más justa e igual.
Sin embargo, no es inusual escuchar frases de tipo "Las mujeres deben ser sensibles según los roles tradicionales de género, ¡qué asco!" o "¿Varones protectores? ¿Por qué deben ser protectores los varones?".
Ayer mismo, en la página "No quiero tu piropo, quiero tu respeto", se publicó una imagen con las razones por las cuales una pareja puede cortar, y entre ellas se incluía el "querer protegerlo" o "cuando siento que mi pareja requiere que lo cuiden".
O sea, que si tu pareja cae en una depresión, o tiene un accidente de tráfico, ¿lo apropiado es dejarle tirado/a porque ahora parece que el proteger, cuidar y ser sensible es de idiotas que se olvidan de sí mismos/as?
Pues no. Pienso que las mujeres deben ser sensibles (entendiéndose la sensibilidad como empatía y no como debilidad, error muy frecuente en el que se tiende a caer por parte del feminismo) y que los varones sean protectores (una de las mayores quejas tanto del feminismo como del neo-machismo o masculinismo). Pero también pienso que los varones han de ser sensibles y las mujeres protectoras.
De todos modos, suponiendo que tengas razón, te pediría, por favor, si es posible y no es mucha molestia, que me pases solo tres textos, entradas, artículos... feministas que hablen bien de la sensiblidad y no como algo que hay que desterrar por parte de las mujeres para no acabar siendo unas sumisas abnegadas.
Y no me refiero a esos textos que hablan de inculcar la ternura y la sensibilidad en varones. Eso ya sé que existe. Hablo de que se vea bien en mujeres. Porque a veces parece que el varón tierno está bien visto en el feminismo, mientras que la mujer tierna es una estúpida con el cerebro lavado por el patriarcado.
O, si lo prefieres, tres textos que defiendan al varón protector. No tres que hablen de las mujeres autónomas, fuertes y protectoras, que esto también se sabe que existe. Porque parece que la mujer fuerte, autónoma y protectora está bien vista en el feminismo, mientras que el varón protector es un idiota con el cerebro lavado por el patriarcado.
Saludos.
Ya entendí jajaja. Tal vez fue el insomnio, sabes cómo andaba. No leí con cuidado. Y sí creo que tienes razón. También pasa con la maternidad y querer una pareja ¿verdad? se nos encajó tanto a las mujeres en el rol de madresposas que ahora da terror decir que tenemos ganas de estar con un hombre o tener cuatro bebés. Bueno, exageré.
Creo que es un periodo de adaptación como la adolescencia donde rechazas lo que te dijeron que debías querer, y pasas a rechazarlo con fuerza. Entre las feministas es bien común que por proclamar la autonomía propia, se vea como terrible decir que se quiere una relación. Tal vez como un intento de recordarle al mundo que no lo necesitamos (antes se decía que una mujer sin pareja, hetereosexual, no valía mucho, y en un tiempo creo que efectivamente así fue, como en las monarquías).
Ojalá tu entrada nos sirva a muchas y muchos a veer que tampoco se trata de volvernos como los hombres estereotipados que deben mostrar insensibilidad para demostrar su valía.
Un abrazo.
P. D. Los textos voy a tener que escribirlos yo jajaja.
Sí, Ser Filosofista: también pasa con el tener pareja y con la maternidad (con el tener pareja, por ejemplo, hay gente poliamorosa que se pasa tres pueblos y acaba creyéndose superior a quien practica la monogamia. Como si el enamorarse fuese algo que controlamos...).
Por eso en su momento, no sé si lo recordarás, hice aquella entrada en la que explicaba que, aunque en su discurso puede parecer reacio el feminismo a la maternidad, en realidad este movimiento no está en contra de la misma, y que es más, la facilita.
Un abrazo.
Es como dice Ser Filosofista: muchas veces somos como adolescentes que necesitamos rechazar de lleno lo que se nos ha inculcado a través del patriarcado.
Me ha pasado a mí con la maternidad. Nunca quise ser madre, y siempre he tenido que justificarlo, porque siempre me lo han cuestionado, tildándome, como mínimo, de egoísta por no querer tener hijxs.
Y no me dejaban en paz hasta que no dijera: "Es que odio a lxs niñxs, son seres nefastxs, son como bacterias que fagocitan tu tiempo y tu espacio, además huelen a caca y tienen baba por todos lados y son un asco, parir un bebé es tan asqueroso como defecar, la maternidad es una aberración, y las mujeres que la eligen son taradas a quienes les lavaron el cerebro y ni siquiera saben lo que hacen".
Sólo así me dejaban en paz, porque entonces les parecía tan espantoso lo que decía, que ya no había manera de discutir conmigo: no se discute con un monstruo.
Hoy en día, ya no me importa lo que digan, y de hecho, siento que hay una aceptación mayor, en todo caso entre la gente de mi generación y lxs más jóvenes, hacia las mujeres que no quieren hijxs. Me doy el gusto de pasarla bien con bebés y niñxs (¡siempre que no sean lxs míxs!), y hasta de sentir cosas muy especiales y muy fuertes cuando tengo a un bebé en mis brazos.
Pero necesité ese primer rechazo, casi odio, por todo lo que se acercaba un poco a la maternidad, para poder afirmar mi deseo y mi voluntad contra una presión social que era como un tsunami de odio, prejuicios y rechazo hacia mi elección y mi persona.
Con la sensibilidad pasa lo mismo. Nos han hinchado tanto los ovarios con eso de la sensibilidad, que lo primero que se nos ocurre es rechazarla de llano y verla como una debilidad. Solamente después se rechaza el mandato, y no la sensibilidad en sí.
Igual, yo no veo la sensibilidad como algo bueno o malo en sí. Depende de las circunstancias, depende de la situación, depende de las personas. Todo es relativo.
Es curioso que en tu discurso pases olímpicamente el hablar de una relación de un hombre y una mujer sexistas y patriarcales, por no tener que aceptar que una relación como esa podría funcionar muy bien; no sólo por que hay más dependencia o complementaridad, sino porque también esa dependencia es más real, lo cuál le da más sentido e importancia a la relación.
Anónimo o anónima:
Paso olímpicamente de tal relaciones porque no considero que sean sanas.
No creo que sea bueno la dependencia. El amor, para mí, no es dependencia, sino desear el bien y la libertad de tu pareja.
Si dependes o haces depender, en mi opinión, hay un problema; problema que, además, puede llevar a los malos tratos, los celos y actitudes inmaduras.
En cuanto a la complementariedad, no creo en ella. No creo en el modelo de la media naranja, en donde hay dos mitades que se complementan.
Para mí, las personas somos naranjas enteras, y podemos estar completas tanto con esa "mitad" como sin ella.
Yo no necesito a alguien que me complemente, ni alguien que de penda de mí. Yo quiero a alguien que me aporte cosas al completo, y no a la mitad; que sepa aceptarse y aceptarme con virtudes y defectos; que quiera mantener conmigo una relación de amistad, cordialidad, respeto y libertad.
Las medias naranjas, las mitades, los complementos, pueden llegar a doler mucho, porque tal vez nuestras mitades no encajen, y solo nos quedará dos soluciones: o cortar la relación, o cortar parte de nuestras respectivas mitades hasta que encajen. Y si alguien me obliga a recortarme trozos para ser su complemento, ni me acepta como soy, ni me ama de verdad.
La idea de los complementos no está hecha más que para cambiar a las personas y reducirlas a mitades, en lugar de para tratar con ellas como seres humanos completos con quienes hay que entablar relaciones de mutuo acuerdo.
No acepto, pues, el modelo de amor patriarcal. Por muy buenas condiciones que te ponga tu jefe o jefa en tu contrato laboral, eso no quita que siga estando por encima de ti y que exista una relación de poder.
Eso es lo mismo que sucede, a mi entender, con el amor tradicional.
Un saludo.
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