miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mito masculinista 2 (bis): Las mujeres ni proveen, ni trabajan para los varones.

Continúo la entrada en relación al mito masculinista acerca de que las mujeres ni proveen, ni trabajan para los varones.

En la primera parte expliqué, en resumidas cuentas, cómo las mujeres sí han sido proveedoras, cómo las mujeres sí han trabajado para los varones y cómo ese aire galán del que tanto alardean muchos masculinistas, que coloca a los varones como únicos y grandes proveedores (o los principales) con respecto a todas las mujeres, en un afán supuestamente protector, no ha significado en ciertas ocasiones más que un proveer para sí mismos, a fin de mantener su ego y estatus social (es decir, muchos, de clase media-alta y alta, no buscaban cuidar mujeres, sino protegerse a sí mismos).

En esta segunda y última parte de este mito, hablaré, sin ir muy lejos, sobre qué significa proveer y por qué las mujeres han proveído más de lo que se nos cuenta, en tanto que no solo lo han hecho, como ya expliqué, ejerciendo labores extra-domésticas, sino que también al desempeñar las funciones del propio hogar. O dicho de otro modo: voy a mostrar cómo el desempeño de ciertas tareas domésticas lleva a igualmente ejercer el rol proveedor.

Según el diccionario de la Real Academia Española, y haciendo uso solo de las acepciones que son de interés para el tema que estamos tratando, proveer es:

1. tr. Preparar, reunir lo necesario para un fin.

2. tr. Suministrar o facilitar lo necesario o conveniente para un fin.

3. tr. Tramitar, resolver, dar salida a un negocio.

De este modo, observando las dos primeras acepciones, si proveer es el hecho de proporcionar a una persona o entidad los recursos necesarios, aun en los casos en los que existía una clara división de roles, aun cuando las mujeres se mantuviesen en el hogar, afirmar que las mujeres han ejercido (y ejercen) también el papel proveedor, se hace necesario e incuestionable.

Y es que el dinero no se come. De este modo, en aquellos contextos en los cuales las mujeres se hayan quedado en el hogar y los varones hayan ido a trabajar, cada vez que esas mujeres intercambiaban el dinero por alimentos y preparaban la comida, estaban suministrando tanto a su cónyuge como a su prole un recurso necesario para el fin de mantener la supervivencia de la familia.

Cada vez que una mujer mantenía el hogar con las condiciones higiénicas y sanitarias necesarias para no coger infecciones y enfermedades, estaba proveyendo salud a la familia.

Cada vez que una mujer cogía los hilos y comenzaba a tejer, estaba proveyendo a su cónyuge y a sus hijos e hijas de ropas con las cuales vestirles y mantenerles en calor; evitando, al mismo tiempo, gastar una mayor cantidad de dinero en tales materias elaboradas, más caras que las materias primas.

Cada vez que una mujer daba el pecho, estaba empleando parte de su energía en proveer de alimento para la criatura.

Y si acaso algún masculinista osa pasar por aquí diciendo que preparar la comida no es una forma de proveer, le reto a que, como suele decir mi pareja a modo de chiste para neo-machistas, mañana mismo, en lugar de comprar el pan, vaya directamente a por una bolsa de harina y la ingiera a cucharadas.

O como también me gusta decir a mí: que se acerquen a un obispo, que es varón y con un cargo importante dentro de la jerarquía eclesiástica, y le pidan que le llenen con el Espíritu Santo, en lugar de dirigirse a una monja, que es mujer y cuyo cargo no es tan importante, y pedirle un poco de mazapán o unas yemas de huevo de esas que preparan en los conventos. A ver si es él o es ella quien provee y llena su estómago.

Está claro que pueden decir misa los masculinistas, pero me pregunto cuánta gente habría fallecido si las mujeres, en lugar de alimentar a los cerdos y las gallinas, en lugar de preparar el fuego y fabricar la ropa, en lugar de elaborar pan y queso, y en lugar de amamantar a sus bebés o a los de otras familias, se hubiesen dedicado a realmente no proveer ni fuera ni dentro del hogar, esto es, a no hacer absolutamente nada.

Además, si nos fijamos en la tercera acepción, que se refiere a "tramitar, resolver, dar salida a un negocio", habría que añadir que, del mismo modo que puede afirmarse que el varón que aportaba dinero a casa estaba contribuyendo de algún modo a la crianza de los hijos y las hijas, al dar salida las mujeres al negocio de los varones con el trabajo doméstico, estaban también de algún modo ejerciendo un papel como proveedoras.

Aunque claro, como se ha hecho uso del patriarcado para dar importancia solo a los trabajos masculinos, no es de extrañar que estas funciones hayan quedado infravaloradas hasta la actualidad, cuando los varones han podido hacer uso de esas tareas típicamente femeninas para sacar dinero (véanse los chefs como ejemplo de ello), manteniendo su bajo valor en caso de ser desempeñado el trabajo por una ama de casa, pero adquiriendo importancia tan pronto como sirve al capital y a la patronal. Y no en vano, tareas típicamente femeninas e infravaloradas siempre han sido remuneradas y consideradas como un medio para proveer tan pronto como en lugar de haber sido desempeñadas por amas de casa al servicio de la familia, las ejecutaban personas trabajadoras para una familia externa (por ejemplo, las cocineras de una corte).

Así pues, bien sea a través de un claramente existente trabajo extra-doméstico por parte de las mujeres, bien sea con las labores desempeñadas dentro del hogar (dándose el caso de la doble jornada), las mujeres han sido co-proveedoras junto a los varones, de tal manera que afirmar que el hombre ha ejercido el papel de único o principal proveedor es un absurdo y no más que una forma de procurar mantener al varón, como de costumbre, en el lugar más importante.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aceptaré que las mujeres proveen con el trabajo en la casa si tú aceptas que los hombres cuidamos a los hijos por igual al trabajar afuera ;-)

Enrique dijo...

Anónimo, el hecho de que te convenza mi idea no debe pasar porque yo acepte la tuya, sino por el argumento en sí mismo. Si estás de acuerdo, bien; de lo contrario, y en caso de que lo desees, aporta tu punto de vista, sin más.

Ahora bien, sinceramente, no voy a aceptar que los varones que trabajan fuera de casa mientras las mujeres se quedan dentro estén cuidando a la criatura por igual.

En mi opinión, el hecho de que las mujeres provean también al desempeñar las labores domésticas no es paralelamente comparable con el hecho de que trabajar fuera implique cuidar a los hijos y las hijas. Por supuesto, y así lo he dicho en la entrada, así es y estoy de acuerdo en ello contigo. Pero no se presentan ambas acciones de un modo simétrico y con la misma magnitud.

Si me lo permites, en tanto que ya la tengo empezada porque imaginaba que alguien podría venir comentándome algo similar a raíz de que eso mismo ya me lo han dicho en un blog masculinista, en lugar de por aquí, por el comentario, te voy a responder en mi siguiente entrada.

No obstante, te adelanto el punto clave: proveer puede hacerse de muchas formas e implica una sola acción: proveer. Sin embargo, cuidar a los hijos y las hijas no consta exclusivamente, aunque no por ello es cosa tonta, de alimentarles y darles cobijo. Sacar adelante a una criatura implica más aspectos que el simple proveer no cubre.

Saludos y discúlpame no responderte aquí por completo. La entrada ya la llevo por la mitad y el domingo o el lunes, si no hay ningún inconveniente, la publico.

mamisepa dijo...

Enrique, respecto a los negocios de los hombres, además, falta añadir algo que a mí me hace muchísima gracia. Sí, me parto cuando me hablan de que los hombres son mucho más emprendedores que las mujeres, y que sacan negocios adelante, y que gracias a eso toda la familia vive feliz. Pero lo que no cuentan es que en ese negocio, lo más normal es que las mujeres trabajen, pero claro, sin asegurar ni cobrar. Entonces, esos super-emprendedores tienen secretaria/camarera/recadera gratis. Si en lugar de su esposa fuera un inmigrante paquistaní, hablaríamos de "explotación" y de "negreros". Pero claro, como es la mujer, pues "no es para tanto" y al fin y al cabo "tú también comes de esto". Hombre, pues si no se me paga por mi trabajo, es lógico que "coma de esto", ahora, págame un sueldo y cotización a la SS y ya hablamos de dónde como. O sea, las mujeres no sólo contribuyen al negocio del marido porque se cargan ellas con el 90% del trabajo doméstico, es que encima el tiempo restante TRABAJAN directamente en el negocio, pero claro, sin cobrar por ello.

Un saludo.

Enrique dijo...

Mamisepa:

Tienes toda la razón del mundo. Y la verdad es que así, con estas cosas, no me extraña que luego les salgan las cuentas y las estadísticas a los masculinistas.

De hecho, en la primera parte pasé un link (éste: http://www.diariofemenino.com.ar/america-latina-el-40-de-las-mujeres-que-trabajan-en-el-campo-no-tienen-ingresos-propios/) en el que se cuenta eso mismo que explicas en relación al trabajo en el campo. Y otro tanto de lo mismo sucedía aquí en España hasta hace poco; pero afortunadamente durante el gobierno de Zapatero se puso una ley con la que se obligaba a que las mujeres que trabajasen la tierra fuesen co-propietarias con sus maridos.

Si a todo esto se sumasen, además, las que se ven obligadas a trabajar en negro para otra empresa, las que no pueden cotizar porque su trabajo no es validado en la sociedad y las que deben trabajar a jornada completa pero solo les hacen contratos de media jornada o por horas, ya veríamos cuánto más se mostraría que las mujeres trabajan, cuánto más aumentarían los accidentes y los problemas laborales femeninos, etc.

Saludos.

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