domingo, 24 de abril de 2011

¡Basta de adultocentrismo!

Toco mucho el tema del sexismo, pues creo que es, entre otros muchos, uno de los puntos principales que hay que solventar para conseguir una verdadera educación y crianza justas y equitativas. Porque, aunque consigamos la inclusión de personas discapacitadas en nuestro sistema, aunque consigamos la integración de personas extranjeras, aunque consigamos la igualdad de oportunidades entre todos los educandos procedentes de familias con diferentes estatus sociales, etc, mientras exista el sexismo, que diferencia a niños y niñas, a hombres y mujeres, les enmarca en una posición fija y no les permite la verdadera libertad de ser lo que ellos/as realmente quieren y son, no habrá verdadera igualdad.

Mas hoy quiero hablar de otro sistema del cual poco se habla. Quiero abrir los ojos contra otro sistema que da prioridad no de un sexo sobre otro, sino de las personas pertenecientes a una edad más adulta contra los seres más pequeños, los niños y las niñas, y los/as adolescentes y jóvenes. Y este sistema se denomina adultocentrismo.

En la tradición occidental la violencia contra los/as jóvenes y la infancia ha sido constante. La dominación de los varones adultos contra las mujeres y los/as jóvenes está testimoniada en textos filosóficos, artísticos, legislativos y hasta mitológicos. 

Ya Platón hablaba del niño como "una bestia a la que hay que domar", en vez de como un ser humano a quien hay que cuidar, amar y respetar. Y pocas personas ilustradas se atrevieron a formular expresiones de humildad hacia el infante, como Jesús de Nazaret, quien dijo "Para entrar en el Reino de los Cielos hay que ser como un niño" o "Dejad que los niños se acerquen a mí", en vez de echarlos a patadas.


En la historia, los y las jóvenes han sido víctimas de violencia sin límite. Han sido la carne de cañón de los ejércitos, todas las prohibiciones se les han aplicado y siempre se les considera descarriados/as por ser "rebeldes". Es la cultura de los machos adultos y viejos tratando de no perder el control a manos de los/as jóvenes. Incluso sigue extendida la idea de que educar es sobre todo un ejercicio de domesticación mediante la violencia física, emocional y psicológica.

Fíjense cuál es mecanismo de crianza de los/as bebés: una mecánica basada en la exclusiva comodidad de quienes les cuidan, aunque esto suponga que el/la bebé deba fastidiarse.

Dejarle llorar, "que si no se va a malcriar"; no dejar que se nos acerque mucho, "no sea que te coja cariño y tengas que andar pendiente de él/ella"; comprarle una máquina que lo acune cuando llore, porque "así podremos no tener que levantarnos del sofá", o darle una bofetada a un niño o una niña cuando se porte mal, pero luego ir enseñándoles que no hay que golpear a la gente, o ver exclusivamente con malos ojos cuando una persona adulta pega a otra también adulta; son ideas fundadas en el adultocentrismo.

Con esto dicho anteriormente no pretendo exponer que si una familia desea poner al bebé en una cuna en vez de practicar el colecho; si una familia emplea leche de fórmula en vez de leche natural (porque así lo precisa la situación); o que si la familia decide enviar a su hijo/a a una guardería, me parezcan malas personas que no aman a su hijo/a. En absoluto. Comentar eso es como argüir que una familia que vive en el campo quiere más que una familia que vive en la ciudad. Yo respeto otras prácticas pedagógicas siempre y cuando no lleven al maltrato infantil. No obstante, creo que hay una serie de pautas que son mejores que otras, que además son más humanas, y que, a menos que se demuestre que son perjudiciales, siempre seguiré y fomentaré.

Antes, en la escuela tradicional, lo importante era la figura del profesor y la profesora (sobre todo del profesor). Importaba qué decía, hacía, sentía y pensaba éste/a. No importaban las ideas del alumnado acerca de la materia tratada, ni sus emociones. Si el maestro o la maestra te pegaba, "es que algo malo habrás hecho" o "porque eres tonto/a". Y si sacabas malas calificaciones, nunca podía ser que tal vez el/la docente explicaba mal o precisabas ayuda de algún tipo, sino que siempre, siempre, "eres un/a vago/a y te vas a ir a trabajar inmediatamente" (desgraciadamente, como ya vimos en la entrada anterior "De un lado al otro...", hoy día las familias caen por lo general en el extremo opuesto: el problema radica siempre en el profesorado).

Hace tiempo, caminando por la calle, vi una especie de mecedora que funcionaba por sí misma. No se trataba de un artilugio que sostiene al bebé, tú te acercas y le acunas, dándote más facilidad para ello (aunque a mí me parece más apropiado coger al bebé en brazos, pues creo que da lugar a un vínculo más fuerte, así como una mejor maduración del sistema sensorial. Parece como si en nuestra sociedad el contacto físico fuese tabú...). No. Era algo peor (en mi opinión). Se trataba de un aparato que acunaba al bebé por sí solo, sin necesidad de que la familia mueva un dedo. Usted puede estar en el sofá viendo la televisión tranquilamente mientras su bebé es acunado por la máquina. (¿?).

¿Qué pretende la sociedad, que los/as bebés se cuiden solos/as? ¿Que salgan con título universitario y se independicen a los dos días? ¿Después qué harán, una máquina que saque a pasear al bebé, que le dé de comer y le lea cuentos? ¿Qué quieren hacer, que padres, madres e hijos/as dejen totalmente de tener contacto? ¡¡Por favor!!

Cierto es que la educación debe ser tal que lleve al individuo hacia la independencia. Pero independencia no es sinónimo de ausencia.

Al igual que usted, un infante tiene derecho y desea ser mimado/a, ser tocado/a, abrazado/a, acariciado/a, besado/a; que se le cuide; que se le atienda;  que se le proporcione un trato humano basado en el amor, el respeto y la libertad.

No comparto en absoluto esa mecánica de pensar "mi hijo/a es mío/a y hago con él/ella lo que me dé la gana" (bajo mi punto de vista, cada ser es de sí mismo/a antes que de otra persona). De este modo encontramos a padres y madres que primero, en la niñez, hacen agujeros a sus hijas para que lleves pendientes (digo "hijas" porque, según el sistema sexista, los hombres no han de llevar pendientes), y luego les prohíben que se hagan otro agujero porque quieren llevar piercing; deciden sus creencias, gustos y opiniones; e incluso llegan a decidir qué carrera universitaria deben estudiar (si es que, por el contrario, no llegan a decidir que deben dedicarse a trabajar porque estudiar les parece una idiotez).

Es lógico y completamente comprensible que en ciertas cosas y ocasiones no cuenten con su hijos/a. Por ejemplo, un infante no puede (al menos que yo sepa) discernir en qué Escuela Infantil o en qué colegio es mejor ingresar. Sin embargo, no comparto que en aquellas cosas no inmediatas o en las que los niños y las niñas, y los/as adolescentes y jóvenes, puedan elegir sin problema alguno (qué estudios cursar, qué creencias tener, qué deporte practicar...) también decidan los padres y las madres.  

Mas la cosa no acaba en la niñez. El adultocentrismo continúa incluso en la adolescencia y la juventud.

Soy totalmente consciente del desmadre y del despadre (me gusta utilizar también la palabra "despadrarse", porque desmadrarse significa estar sin madre; y considero que emplear solamente "desmadrar" produce un refuerzo inconsciente de que un/a niño/a solamente debe estar con la madre para estar bien criado/a. Emplearé mejor desparentarse, que incluye a ambos sexos), que tienen muchos/as adolescentes y jóvenes. Soy consciente de que falta mucho respeto, y de que los fines de semana hallamos muchas veces las calles llenas de colillas de tabaco, botellas de alcohol y otros restos de basura. Pero la visión que se da al mundo es solamente esa: una adolescencia y juventud desparentada, alocada, que hace lo que le da la gana en todo momento y no tienen respeto por nada ni por nadie.

Empero, en primer lugar, ¡no generalicemos! No todos/as somos así (digo somos porque tengo 22 años y todavía soy joven). Yo salgo de vez en cuando, pero jamás en mi vida he fumado, ni me he drogado, ni he bebido, ni me he orinado en los portales. Y cuando han anunciado conflictos los medios de comunicación, mi grupo de amigos/as, Kxll y yo estábamos en ese momento seguramente dando un paseo por algún parque, practicando algún deporte, viendo una película, estudiando... y otras cosas menos esas.

Y en segundo lugar, fíjense que se da la visión de que los conflictos siempre y solamente los causan la juventud. ¿Y qué ocurre con aquellos gobernantes que, en su adultez, formaron y forman dictaduras? ¿Qué ocurre con los/as dirigentes que originan guerras, como actualmente está haciendo Gadafi? ¿Qué ocurre con aquellos padres y aquellas madres que, reacios/as a un modelo educativo basado en la verdadera y plena igualdad y libertad, educan a sus hijos/as en el sexismo a más no poder, o de un modo extremadamente coercitivo, como ocurre entre las familias de China? ¿Qué ocurre con esas personas adultas que acuden al blog de una compañera a insultarla y amenazarla con violarla, o al mío anunciando que solamente soy un niñato a quienes las/os feministas han lavado el cerebro y que no tengo ni voz ni voto? ¿Acaso estas pesonas, adultas, no crean conflictos también, o no merecerían que se hiciese sobre ellas un reportaje mostrando su mala actitud?

No hace mucho tiempo, buscando información sobre este tema, por si existía alguien que opinase lo mismo que yo y hubiese abierto los ojos ante este sistema, encontré el siguiente texto, que, en mi humilde opinión, dice muchas verdades:

"Decidí soltar unas cuantas palabras para hablar de esos ataques “adultocentricos” que padecemos como jóvenes. Cuando hablo de adultocentrismo me refiero a la praxis de desacreditar o denigrar, por distintos medios, a la juventud por parte de personas adultas. No puedo si no lanzar mis piedras desde mi tribuna. Si los demás han sufrido este mismo mal desde su experiencia cotidiana, no estaría de más apiñar una lista de hechos.

El primer caso, y el más severo (desde mi perspectiva), el adultocentrismo en el mundo laboral. Este tipo de actitudes se reflejan de distintas maneras, primero los que creen que los y las jóvenes somos unos vagos, que no trabajamos o que no queremos trabajar. Estoy particularmente harto de escuchar esta historia, sobretodo cuando viene de adultos profesionales que vivieron la época de los setentas, cuando las personas se graduaban de las Universidades y era más sencillo encontrar un trabajo inmediatamente relacionado con lo que estaban estudiando. A que me refiero con esto, por ejemplo, una persona cercana a mí, una vez salida la universidad tenía su trabajo en la CCSS. Era como un hecho dado, y así fue para sus colegas. Otras personas que conozco inmediatamente aprovecharon las oportunidades del creciente desarrollo del Estado, o se beneficiaron de políticas y préstamos para pequeñas y medianas empresas. Porque cuando los adultos de hoy eran jóvenes profesionales, las cosas eran diferentes.

El segundo hecho es, la juventud “puede” tener salarios bajos, porque son jóvenes. Tremendo error, pero una realidad. Los y las jóvenes entre 15 y 24 años son el grupo de edad con los ingresos más bajos de toda la PEA(Baldares). Saber que piensan los adultos, pero las cosas cuestan lo mismo en el supermercado para alguien de 20, que para alguien de 50. Además, como jóvenes tenemos la esperanza de poder hacer vida, tener independencia, es decir, todas esas cosas para las cuales el único medio es el dinero (¿o hay algo que se puede hacer sin dinero hoy día?). Tenemos pensionados de 2 millones de colones al mes, con toda una vida hecha (muy merecidos) y jóvenes ganando un salario que no da ni para alquilar un cuarto. Hay que mejorar los salarios de los jóvenes; y no, no por que uno es joven, necesita menos dinero, todo cuesta igual, más cuando apenas se comienza a construir lo propio.

También está el adultocentrismo mental. Es decir, todo lo que los jóvenes dicen, piensan o hacen no vale. Entonces además de desacreditarlos, les hacemos la vida imposible. Esto se da sobretodo por mi deformación, la relación con la “academia”, y la gente dedicada a esta área. Tremenda desfachatez que los hace olvidarse que antes de ser Dr., o PhD, fueron Master, o Licenciados, Bachilleres, egresados, de Colegio, Escuela y etc. Nadie nació con su PhD bajo el brazo. Respetamos sus formas de pensar, pero tenemos derecho a tener las nuestras, y a diferir de las suyas. Tenemos derecho a criticar y a cuestionar a quienes están arriba. No por sus posiciones políticas, académicas, o sociales, tenemos que agachar la cabeza ante todo lo que hacen. Como si todo lo que dicen es “verdad”, como si su condición no les permitiera equivocarse, cosa que sucede más frecuentemente de lo que su ego les permite reconocer" (Fuente: malapraxis.org).

Asimismo, sé de casos de compañeros/as que en las oposiciones sacaron una calificación superior al 8, pero que se quedaron sin puesto de trabajo frente a adultos/as que, con un 5, accedieron al puesto, gracias al "enchufe" que disfrutan numerosas personas adultas (sé que también ciertos/as jóvenes), gracias a que le conocen en algunos lugares o centros. Y conozco también el caso de una amiga a quien acompañé al ambulatorio porque tenía un ataque de ansiedad y a la doctora lo mejor que se le ocurrió decir fue: "Lo tuyo es tontería. Cosa de la edad". No le hizo ni caso. ¡Vaya, ahora resulta que por ser joven no tienes derecho ni siquiera a que te atiendan en el hospital en buenas condiciones!

No deseo con esta entrada inducir al exclusivo paidocentrismo, llevándonos al extremo polo opuesto, de tal modo que las personas adultas se fastidien constantemente por los/as niños/as, adolescentes y jóvenes. No obstante, creo que ya es hora de que un/a infante sea visto/a como un ser humano que debe ser tratado como tal, y que demos paso a una sociedad más humana, donde, en cuestión de derechos, no veamos entre hombres y mujeres, entre niños/as y personas adultas, entre inmigrantes y personas pertenecientes a la propia nación; sino que, en su lugar, veamos a personas. Personas que merecen el mismo trato humano que cada uno/a de nosotros/as desearía recibir en todo momento.

15 comentarios:

mamisepa dijo...

Realmente interesante. El texto en azul es buenísimo. Habrá que pensar en ello.

saludos

Euphorbia dijo...

Esta entrada es muy completa y tratas muchos temas de los que me gustaría opinar.

Recuerdo a un tío mío (el energúmeno de la familia, en todas hay alguno) que cuando yo hablaba me decía "tú hablarás cuando las gallinas meen" algo que me molestaba sobremanera y me dejó mucho tiempo preguntándome si meaban o no las gallinas y cómo era que él tenía tan clara la fisiología de dichas aves, pero bueno, es ejemplo claro de lo que yo nunca haré con mi hijo al que le contesto el décimo quinto "¿por qué?" casi con el mismo entusiasmo que el primero. Digo "casi" porque realmente hay que ponerle mucha voluntad.

Entiendo que la idea de alejar a los bebés no es lo mejor, de todas maneras, el apego extremo que parece ahora la moda debería verse hasta que límite hay que practicarlo, porque llevar a cuestas al hijo cuando éste lleva incluso años andando solo, o consentirle que elija lo que quiere comer en lugar de ofrecerle lo que debe, o no quitarle el chupete cuando se debería para evitarle el disgusto al nene, no me parece tampoco lo mejor . Creo que se confunde "independencia", algo que un bebé o niño no pueden tener por lógica, con "autonomía" algo que hay que fomentarles (es mi opinión, evidentemente).

Está claro que los niños van adquiriendo competencias y criterio a medida que crecen y los padres tenemos que ver, reconozco que no es fácil, qué podemos esperar de ellos en todas sus fases, ni exigirles cosas demasiado pronto ni esperar de ellos decisiones que no pueden tomar, tampoco deberíamos decidir por ellos en cosas sobre las que ya pueden decidir. Para conseguir eso tenemos que estar muy atentos a su desarrollo.

Creo que las hamacas no son buenas no porque los niños no estén en brazos (el día es muy largo), sino porque cuando no están en brazos deberían estar en el suelo para que empiecen a aprender a moverse, a arrastrarse y luego a gatear. Las hamacas son muy cómodas para asegurarse que el niño está a gusto y sin peligros si tenemos que ir a fregar el lavabo, pero no puede ser dejarlos demasiadas horas en ellas.

En cuanto a considerar que todos los jóvenes son iguales, coincido plenamente contigo en que hay esa idea del "joven de botellón" que no es cierta (gracias a Diós), mis tres sobrinas son claro ejemplo de ello. Pero como curiosidad te explicaré un caso contrario algo extremo que yo conozco. Imagina una madre con dos hijos criados mal desde el principio, consintiéndoles todo sin ningún tipo de control. Esos hijos van creciendo y uno va de botellón, otra de fiesta en fiesta regresando a las 3 de la tarde sin avisar, sin conseguir ni uno ni el otro acabar ningún estudio... Su madre está convencida de que toda la juventud es así. Con ganas yo le diría, no, no es verdad, tus hijos se rodean de esa juventud, pero mejor callar porque ya es tarde para solucionarlo y supongo que hay mucho de autodefensa en esa idea.

Como eres muy jovencito (casi te doblo la edad) no sé si conocerás a Les Luthiers, un grupo argentino con un humor muy "british". Te dejo este enlace de un número suyo llamado "Los jóvenes de hoy en día" que me parece muy apropiado para citarlo en este comentario.

http://www.youtube.com/watch?v=_1GC1uzhJIE

Perdona le rollo que te he pegado.
Un abrazo,
Gemma

Enrique dijo...

Misteriosa:

Gracias. Me alegro de que la entrada te invite a la reflexión, cosa que me parece muy importante. :o)

Euphorbia:

Lo que te decía tu tío es parecido a lo que dice mi madre: "Cuando seas padre comerás huevos (o carne, según le da...).

Me alegra que le preguntes a tu hijo "¿por qué?". Muchas veces, los padres y las madres no invitan a pensar, y directamente siempre dicen un "porque lo digo yo y tú te callas la boca si no quieres ganarte una bofetada".

Totalmente de acuerdo en que los extremos no son buenos.

Lo de llevar en brazos a un/a niño/a que lleva tiempo caminado... Bueno, creo que a veces las pernas más mayores damos unas caminatas muy largas y es normal que se cansen antes que nosotros/as. No digo de llevarlo todo el día en brazos, pero si se da un largo paseo creo que es bueno comprender que no tienen nuestro aguante.

Lo de comer, también estoy de acuerdo contigo. Ahora bien, sí considero que hay que entender un poco qué pueden aguantar y qué no los/as niños/as. Me explico: si quieres que tu hijo coma queso, me parece genial que le des queso. Pero siempre mirando un poco que, por ejemplo, no puedes empeñarte en que empiece probando queso de Roquefort o de Cabrales, que ni siquiera algunas personas adultas son capaces de aguantar (por mi parte, todo queso es bienvenido xD). Empiezas por queso fresco y vas subiendo de nivel. Pero no creo que esté bien en que determinados sabores les obliguemos a comerlos sí o sí.

Tú misma lo has explicado mejor de lo que podría explicarlo yo: "Está claro que los niños van adquiriendo competencias y criterio a medida que crecen y los padres tenemos que ver, reconozco que no es fácil, qué podemos esperar de ellos en todas sus fases, ni exigirles cosas demasiado pronto ni esperar de ellos decisiones que no pueden tomar, tampoco deberíamos decidir por ellos en cosas sobre las que ya pueden decidir".

En cuanto a lo de las hamacas, personalmente a mí me gustan unas colchonetas que no sé como se llaman (que usan en Japón), porque permiten que el bebé se mueva cuando le place (como tú has dicho, necesitan moverse) y tienen un sitio cómodo y calentito donde dormir o estar tumbados (como has dicho, el día es muy largo). Se puede poner unas barreras a lo largo, que permitan hacer como un corralito grande, y de este modo hay mucho espacio para que el bebé se mueva y se desarrolle, en lugar de estar entre barrotes como si de una cárcel se tratase (y ese espacio se puede proteger con un poco de gomaespuma o quitar algunos utensilios de por medio que sobren).

Es posible que el ejemplo que me has puesto de la madre sea autodefensa porque no quiere admitir la realidad (conozco a más de una madre que no quiere admitir algunas realidades y niega o inventa excusas y culpables, como la mía, que cuando me enfado con ella dice que la culpa la tienen mis amigos/as o mi novia, que me están metiendo tonterías en la cabeza...).

Sólo conocía a "Les Luthiers" de verlos en anuncios. ¡Y vaya! Pensaba que eran franceses, no argentinos... xD

Cuando pueda ver el vídeo lo veo.

Besos.

Euphorbia dijo...

Sólo queria puntualizar lo del tema de la comida.
Creo que es de lógica no dar según que cosas cuando ni siquiera el sistema digestivo del niño está preparado, y dar cabrales es algo muy "heavy" (no me lo como ni yo). Me refería a algo más habitual como no acustumbrarlos a comer verdura. No creo que los niños rechacen la verdura en bloque como parece que ocurra, si no quieren lentejas querran garbanzos y si no comen guisantes comerán judías verdes. Lo que es raro es que haya tanto rechazo a todo lo verde. Me parece sospechoso. No se trata de embutir lo que no quieran pero mi hijo, con algunos pactos y juegos, ha comido cosas que en principio decía no querer sin ni siquiera haberlas probado y un día comía 4 guisantes y al siguiente ya eran 8 y a día de hoy puedo decir que son muy pocos los alimentos que rechaza.
De los casos que conozco (conozco bastantes) de padres permisivos de los de "si no quieres pescado te hago una tortillita" han crecido niños caprichosos que de adultos se alimentan de carne, patatas fritas y arroz hervido (no exagero), uno de ellos es del ejemplo que te daba antes sobre la juventud.
En mi casa hay un menú que se sigue como la biblia, colgado en la puerta de la nevera y se come lo que toca, todos y juntos, unos días el menú gusta más y otros gusta menos y quizá el plato no se acaba, pero es lo que hay.
Unos pensarán que no es un sistema respetuoso, contrario a lo que dicen algunos "gurús", pero yo me pregunto: ¿qué es más respetuoso, evitar un conflicto ligero ahora o con el tiempo tener un adulto que no se alimentará correctamente? Porque la teoría de que los alimentos que no aceptan ahora los aceptarán más adelante yo no me lo creo.

Hoy estoy de pegar rollos. Buf, perdón.
Un saludo

Enrique dijo...

Euphorbia:

Tranquila, me gustan "los rollos". xD

La verdad es que comparto tu opinión con respecto a la comida y me parece genial lo del menú (siempre y cuando ese menú, como ya dije antes, sea respetuoso con lo que puede tomar y degustar el niño).

Sobre lo de la teoría de que los alimentos que no aceptan ahora los aceptarán más tarde, la verdad es que yo conozco de todo. Por mi experiencia, lo más normal es que ocurra lo del caso que expones: que al final se alimenten de basura y que no les guste nada.

Pero, por ejemplo, mi a padre antes de independizarse, por lo que él dice, le gustaban pocos alimentos y hoy día, a base de tener que tragar ciertas cosas, come de todo.

Besos.

Rowina dijo...

Hola holita, Enrique. ¿Cómo estás? Me encantó la frase "Comentar eso es como argüir que una familia que vive en el campo quiere más que una familia que vive en la ciudad". Qué razón tenés!! Ahorita muchas mamás y autorxs andan diciendo que si no hacés lo que ellas hacen eres mala y no querés a tu hijx. Toda una artimaña para hacer sentir culpables a las mamás del adultocentrismo, como si fuese algo que causan ellas y no un sistema que todxs seguimos.

Como siempre, te banco a muerte. Sos bárbaro!! Serás un buen pedagogo. Adelante y ánimo!!! :-)))

Un abrazo!!

Enrique dijo...

Rowina:

Bueno, tampoco es para tanto... (me vais a hacer sonrojar a este paso. xD).

Pero muchas gracias por los ánimos.

Saludos.

Enrique dijo...

Por cierto, ¿qué significa "te banco a muerte"?

Rowina dijo...

Significa que te apoyo hasta morir. Besos!

Ana dijo...

Enrique, muy buen post!! y que casualidad!! la imagen que has puesto es la de la Asociación a la que yo pertenezco!!!

HAy mucho que decir de este post, es muy extenso y con mucha miga, pero no dispongo de mucho tiempo. Solo te digo que estoy muy de acuerdo en que ya va siendo hora de que empecemos a tratar a los niños como iguales y no como una propiedad más sobre la que podemos disponer a voluntad.

Un abrazo.

Enrique dijo...

Ana:

Muchas gracias por tu comentario. Te pedí que te pasases a leerla por la simple razón de que eres de las que sigue unas líneas pedagógicas más paidocentristas, y me interesaba conocer tu opinión al respecto, por si podía haber alguna discrepancia, algún fallo o algo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me siento muy identificada con tus ideas, y de hecho, en el paso del tiempo al discutir sobre este tema con cierto padres, ha surgido la polémica de la mal llamada "palamdita correctiva". Algunos, creen que es necesaria y positiva, y que a ellos se las dieron y no se "traumatizaron", sino que por el contrario, les formó respeto; que en mi opinión sería miedo. ¿Qué opinan al respecto? ¿Qué argumento usaría en contra de los que aprueban la "palmadita correctiva".

Gracias

Enrique dijo...

Hola anónima.

Estoy total y absolutamente en contra del castigo físico.

Una "palmadita correctiva" lo único que hace es enseñar a evacir ciertas conductas por miedo a que te peguen, pero no educa. Lo cual hace muchas veces que cuando los niños y las niñas no tengan delante al padre o la madre que usa esa medida, no se comporten adecuadamente, porque "como no me van a pegar, no importa lo que haga".

De hecho, seguramente muchos de esos padres y muchas de esas madres en su juventud hicieron cosas que no estaban bien pero con cuidado de que no les pillasen sus padres, para que no les pegase. Es decir, que habían aprendido a comportarse de un modo en casa bajo el miedo, pero fuera del hogar no de portaban bien.

¿Argumento? Pues, para serte sincero, no lo sé. Hay gente que tiene una mente tan cerrada que parece que es imposible decir algo. Por muchos argumentos que des, hay quienes han aprendido eso desde la infancia y se les ha quedado bien metido en la cabeza.

Supongo que les diría lo que te he comentado acerca de cómo se portan bien en casa pero luego fuera no se portan bien, porque en vez de habere educado han aprendido a tener una conducta bajo el miedo, y les enseñaría otra forma de educar.

Saludos.

Anónimo dijo...

Es muy típico que relacionen a un comportamiento 'rebelde' (y a veces no, pero desde una mente conservadora parece ser que sí) con el tema de la edad. Por ejemplo, cuando alguien de unos 16 años dice ser homosexual o bisexual, mucha gente suele decir que "es la edad". La típica imagen de "adolescente rebelde" y que no sabe lo que le gusta o quiere.

No sé qué opinarás vos, pero podría ser que mucha gente que está en la adolescencia se "mimetice" con lo que se supone que debe proyectar: rebeldía sin causa. Los medios de comunicación proyectan esa imagen (por ahí es más o menos como lo que sucede con las publicidades sexistas) y después se andan quejando...

Yo jamás tomé alcohol, ni fumé, ni me drogué. Sigo sin hacer nada de eso. Y siempre fui muy "pasivo", por decirlo así. Nunca jamás me "revelé" contra quienes me criaron -con quienes actualmente convivo- (siempre me callé, lo cual me generó con el tiempo trastorno de ansiedad y mucha inseguridad), todo lo contrario a lo que se esperaría. También hablan de que "se revolucionan las hormonas" y "la juventud se vuelve indomable" (a veces hasta pienso que salteé esa "revolución hormonal" o no me llegó todavía...).

Y sí, definitivamente el argumento de una persona que se encuentra en la juventud no tiene el mismo valor. A mí, por ejemplo, cuando estoy argumentando algo que a la otra persona no le gusta (o rompe esquemas conservadores), me dicen: "pasa que vos todavía sos chico y no entendés ciertas cosas...", por supuesto que pregunto: "¿cuáles cosas?", y responde/n: "muchas cosas... todavía sos chico". O sea, ni siquiera se toma/n el tiempo de explicarme (o en todo caso lo hace/n porque se quedaron sin argumentos y es lo único que se les ocurre: un comentario etarista).

Actualmente, con 17 años, me obligan a ir a la iglesia (evangelista) cada domingo (¡una tortura!) con el argumento "vivís en ¡MI! casa, vas a hacer lo que ¡YO! diga" (que suelen usarlo muy seguido). Ni hablar de que diga que soy ateo... me practican un exorcismo!!!

Enrique dijo...

No te imaginas, Anónimo, cuánto me siento de identificado contigo. :)

Yo tampoco bebo alcohol, ni fumo, ni me drogo.

Y ya no, por suerte, porque acabé atreviéndome a alzar la voz y a gritar a los cuatro vientos en mi casa que soy ateo y que Dios me importa una mierda... ¡pero antes también me obligaban a ir a la iglesia! (católica, en mi caso).

Y bueno, tienes razón en que hay adolescentes que se mimetizan con la rebeldía sin causa... pero también ocurre con personas adultas.

No es cuestión de edad, sino de necesidad de encajar en algún grupo y de formar una identidad. Y si te sientes solo o sola y te toca un mal grupo y por desesperación pretendes encajar en algún lado, pues puedes acabar mal.

Por eso opino que es muy importante educar a las niñas y los niños para que sepan decir no, aprendan a pedir ayuda y se guíen por la razón.

¡Un saludo!

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