Frederick Winslow Taylor fue el fundador del taylorismo, esto es, la producción en cadena, un modelo de trabajo que consistia, básicamente, en lo siguiente: los hombres y las mujeres que trabajaban en las industrias, claro está, en sumisión de quienes las manejaban y de quienes les supervisaban, tenían que producir la máxima cantidad posible, en el menor tiempo posible, realizando movimientos mecánicos y repetitivos, muchas veces sin saber para qué servian
No es muy difícil hallar semejanzas entre este modelo laboral y el conductismo, el paradigma educativo seguido en las escuelas de antaño, y que aún en la actualidad tiene su vigencia.
Hoy por hoy, el profesorado, considerado como una entidad suprema que debe supervisar alumnado, tiene que tratar de enseñar en un ambiente rígido y controlado, la máxima cantidad de contenidos pre-establecidos posible, al máximo número de alumnos posible y en el menor tiempo posible. Y el alumnado que sea capaz de seguir este ritmo es considerado como "normal"; el que no, no tanto... (¿?).
Si realizamos una comparativa entre las personas que trabajaban en las fábricas y el alumnado de nuestras aulas, podemos ver que no hay mucha diferencia: en ambos casos, la gente se encuentra en fila, en una posición estática, realizando el mismo trabajo y siendo castigada en caso de no realizar en condiciones su labor, o siendo premiada por un salario en el caso primero, o por una calificaión, en el contexto de segundo contexto. ¿Y a esto lo llaman educación? ¿No es más bien un adoctrinamiento?
Pero este modelo educativo, poco a poco, va cambiando. Aunque hay países que van más avanzados. No obstante, aunque el cambio sea motivo de alegría, y de hecho me alegra que esto cambie y mejore pues es bueno para los niños y las niñas, hay algo que me apena y me preocupa: y es que ese cambio, bajo mi punto de vista, no se está dando tanto a raíz de una concienciación de la comunidad educativa, sino que más bien porque a las empresas, dentro de este sistema capitalista en el que nos movemos, les viene bien, pues las exigencias y los objetivos para las mismas han cambiado.
Me explico:
Estamos entrando en un nuevo modelo de sociedad en donde la mano de obra ya no va a valer nada. La mercancía del futuro serán las neuronas, el conocimiento. Y este conocimiento se amplía y renueva constantemente. Antes se podía saber de todo un poco y con ello saber mucho. Hoy por hoy, aunque una persona se especialice en una materia, en poco tiempo puede quedarse atrás, desfasada, si no aprende constantemente y se mantiene a la última. Es lo que se denomina como sociedad de la información o del conocimiento.
Para las empresas, ya no es importante fabricar mucho de un único producto. Lo verdaderamente importante es avanzar, crear nuevas cosas, estar a la cabeza en innovación. Lo importante para éstas es generar conocimiento y que los trabajadores y las trabajadoras sepan trabajar en equipo para que todo el mundo pueda aprender de todo el mundo.
De aquí la actual importancia de que el alumnado construya el conocimiento, sepa trabajar en grupo y aprenda capacidades y valores en lugar de centrarse en los contenidos.
Desde luego, las ideas pedagógicas de este tipo, que llevo promoviendo desde que formé el blog, me gustan mucho y las considero bastante apropiadas. El problema es que estos avances tienen lugar sólo gracias a que hay personas de arriba a quienes les interesa, y que pueden manejar el enfoque y el fin de la eduación a su antojo.
Un ejemplo claro de esto lo podemos encontrar con la Formación Profesional. Hemos tenido en España, hasta antes de la crisis, un oscuro período por el que te miraban mal si querías dedicarte a estudiar un módulo de Formación Profesional, como si querer ser fontanero/a, peluquero/a o camarero/a fuese un pecado. Siempre he pensado que hay que ver cada profesión con el mismo criterio, tratar por igual a una persona universitaria que a otra que no lo es y hacer prevalecer losgustos y deseos de cada persona. No obstante, sólo es ahora, con la crisis económica y el retraso social, cuando al Gobierno le da por fomentar la Formación Profesional, no sólo, según dicen que pretenden, con una política educativa orientada a su fortalecimiento, sino que además encareciendo las tasas universitarias. ¿Y esto a qué dará lugar? A que, como viene sucediendo progresivamente desde finales de la II Guerra Mundial, y como señala Naomi Klein en su libro La doctrina del shok: el auge del capitalismo del desastre, las diferencias salariales entre quienes manejan las empresas y los empleados y las empleadas, siga aumentando. Si la mano de obra no vale nada (Formación Profesional) y sólo unas pocas personas privilegiadas podrán acceder al capital del futuro, es decir, al conocimiento y el aprender a construirlo (Universidad), entonces quienes estudien la Formación Profesional verán cómo se aleja todavía más la cantidad de salario que ganen, con respecto a las personas que ya de por sí son más pudientes.
Alguien podría venir comentando que la educación y la enseñanza no sólo deben estar dirigidas al sujeto, sino que también a la comunidad, lo cual implica que se oriente al trabajo. No voy a negarlo, pues yo también lo pienso. Pero una cosa es enfocar la formación para mejorar el rendimiento de los trabajos que los individuos realizan para servir mejor a la sociedad, y otra muy distinta es enfocarla a mejorar el rendimiento de las empresas para que unas pocas personas ganen cada vez más, mientras otras muchas son adiestradas y ganan cada vez menos al mismo tiempo que pierden derechos laborales.
Resumiendo: Aunque me gusta la evolución que están teniendo las escuelas (eso sí, ya podrían darse más prisa y hacerlo mejor), bajo mi punto de vista, no lo hacen gracias a una comunidad educativa que quiere avanzar la Psicología, la Filosofía y la Teoría de la Educación con el objetivo de mejorar la sociedad y la calidad de vida de los niños y las niñas, sino que más bien a causa del interés de ciertas personas que son capaces de cambiar el destino de un planeta con sólo abrir la boca.
¿Solución? Sólo le veo una: romper radicalmente con el sistema político-económico que tenemos actualmente, de tal forma que no haya unas personas por encima de otras, y así no haya nadie con tanto poder como para ser capaz de controlar el Sistema Educativo a su antojo y para sus propios fines. Y es que mientras sigamos teniendo a un atajo inútiles gobernándonos, que se dedican no a revolucionar la pedagogía por completo desde un punto de vista paidocentrista, sino a modificar pequeños detalles en función de su ideología y de los intereses económicos de otro puñado más de peces gordos, vayamos hacia atrás o vayamos hacia adelante, vayamos hacia la derecha o hacia la izquierda, en el fondo estaremos siempre en el mismo camino.
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