- Causas por las que puede llorar o irritarse un/a bebé:
El bebé puede sentirse mal porque tiene hambre, sueño, frío o gases; porque quiere obtener cariño o jugar; porque su pañal está mojado y frío; porque se siente enfermo; por un susto ocasionado a causa de un cambio espontáneo de un estado a otro (por ejemplo, de encontrarse en una habitación totalmente a oscuras, a una habitación muy iluminada); porque se siente agobiado a falta de movilidad.
Si ha dado de comer recientemente a su hijo/a y cree que la cantidad que ha ingerido fue suficiente, hay altas probabilidades de que la causa de su llanto no sea el hambre; aunque a veces puede suceder que sea así. Si ya han pasado dos horas desde la última toma, es fácil que su hijo/a se sienta hambriento/a, ya que el estómago de un recién nacido se vacía en algo menos de tres horas.
Si su bebé ha acabado hace poco de comer, puede ocurrir que los gases le produzcan malestar. Dándole algunos golpecitos en la espalda, podrá conseguir que éste/a pueda eructe, y con ello se sienta mejor. En el caso de que esto no sea efectivo, compruebe el estado del pañal. Todas estas verificaciones presuponen que el bebé no está enfermo. Si muestra algún problema médico, consulte con el pediatra.
- Cómo calmar a un/a bebé:
Si el bebé llora porque está hambriento/a, lo óptimo es darle de comer. La leche materna o artificial ayudará a calmar su hambre (bajo mi punto de vista, dado que los estudios así lo demuestran, es preferible la leche materna).
Si llora porque necesita cariño, el pecho materno o el paterno, empleados a modo de chupete, acariciarle o cantarle una nana, pueden ser buenas prácticas.
Otra de las formas para distraer al bebé es el chupete. Durante los seis primeros meses de vida, la necesidad de succionar es tan fuerte que el hecho de tener un chupete en la boca, el puñito o los dedos (aunque sean los de usted) suele calmarlo enseguida. He leído en libros y artículos de dentistas que indican que el chupete no es negativo (aunque he escuchado decir que una prolongación excesiva del chupete puede ocasionar que la dentadura se forme hacia afuera. Pero sólo lo he oído decir; no es algo de lo que esté seguro).
Si se emplea el chupete, lo más probable es que no pueda dárselo hasta que el bebé esté algo más tranquilo, y no cuando “está fuera de sí”, pues no lo aceptará.
Un método que, según se comenta, es muy eficaz, es la subida del ascensor; táctica inventada por Janet Hodgson-White, y cuyo funcionamiento es el siguiente: sujete al bebé con firmeza por debajo de los brazos, manteniéndole recta la cabeza, y súbalo y bájelo suave y repetidamente mediante la flexión de sus rodillas, luego deténgase de repente. Intente aumentar el efecto parándose después con más rapidez. En teoría esta experiencia sirve para calmar lo suficiente al bebé y que acepte el chupete.
Mecer al niño es otra forma corriente de calmarlo (no estoy seguro de si el pedagogo Immanuel Kant tenía razón al afirmar que “mecer es perjudicial porque produce mareos”. (Téngase en cuenta de que pertenecía al siglo XIX, y desconocía muchas cosas que hoy día se saben). En todo caso, pienso, debería referirse a mecer con agitación, como he atisbado hacer a algunos padres y algunas madres, que, desesperados/as, comienzan a acunar a su bebé, opino, de una manera un poco brusca.
El sonido de un aspirador cercano también puede servir. Otras, dejar correr el agua del grifo. Las cintas que imitan los sonidos del vientre materno resultan también útiles. Puede probar los ruidos de interferencias de la radio, o el ruido de la lavadora o secadora. Pruebe a colocar el bebé encima (cerrando la máquina, jejeje).
Un buen masaje abdominal suave siempre viene bien para los cólicos del lactante. Asimismo, un baño de agua templada es muy relajante. También se puede intentar distraerle colocándole frete a un espejo para que se vea reflejado, o con juguetes u otros objetos.
Si el bebé llora porque se siente oprimido o falto de movilidad, aflojando las sábanas de la cuna, aflojando su ropa o colocándole en un espacio más amplio puede bastar. De hecho, en estas ocasiones a veces se confunde la falta de movilidad con la falta de cariño; y lo que hacemos es cogerle y acariciarle, continuando dejándolo oprimido, cuando él/ella lo que quiere es sentirse libre; lo que desea es salir de la cuna.
Para evitar estos casos, yo soy partidario de dejar dormir al bebé en una especie de colchones, de tal forma que se ve sin barrotes. Si el colchón es su espacio desde los primeros momentos de vida, éste/a no se caerá. Al comienzo, cuando sus movimientos son más reducidos, si llega al borde del colchón y nota que una parte de su cuerpo no tiene apoyo, dará media vuelta. Cuando crezca un poco más, y pueda gatear, pueden colocarse unas barras para evitar que vaya a cualquier lado de la casas. Con estas barras, colocadas de tal forma que otorguen al niño o la niña un espacio amplio, permitirán que éste/a se mueva y a la vez podamos prevenir riesgos.
Hay padres y madres que siempre están preocupados/as y tienen "la necesidad" de estar las 24 horas del día observando a su hijo/a, de tal modo que les dejan en el carrito todo el tiempo, sin permitirles moverse. No es bueno que un/a bebé pase 4 horas en el parque sentado/a en el carrito, y aburriéndose. Lo que podemos hacer es llevar una manta y unos juguetes para que tenga espacio y algo con lo que entretenerse.
Por último, como método para tranquilizar a un/a bebé, funciona muchísimo (y según se dice es casi el método más eficaz) dar una vuelta en automóvil.
Fuente: Los tres primeros años de su hijo, de Burton White; Educar a niños y niñas de 0 a 6 años, de Maite Vallet; El secreto de tener bebés sanos y felices: aprende a calmar a tu bebé y a comunicarte con él, de Tracy Hogg y Melinda Blau; y 50 consejos para calmar el llanto de tu bebé, de José Manuel Sanz y Julia Molinuevo.
Nota: Me han comentado que existe un libro titulado Cómo calmar al bebé que llora: el método Brazelton, de Berry Brazelton. No lo he leído, pero me han dicho que es muy bueno; y, buscando, he visto el índice del libro, y, a priori, parece ser bueno. Asimismo, este libro pertenece a la editorial "Medici", y, por lo general, los libros que he leído de esta editorial están bien y basados muchos de ellos en estudios científicos comprobados.
Finalizo esta entrada con un texto de Paulo Coelho, en su libro Maktub:
“Dice el maestro:
Si tienes que llorar, llora como los niños. Fuiste niño un día, y una de las primeras cosas que aprendiste en la vida fue llorar, porque forma parte de la existencia. Jamás olvides que eres libre, y que mostrar emociones no es una vergüenza.
Grita, solloza en alto; haz ruido si te da la gana, porque así lloran los niños, y ellos conocen la manera más rápida de sosegar sus corazones.
¿Te has fijado en cómo dejan de llorar los niños? Algo los distrae, algo llama su atención hacia una nueva aventura. Los niños dejan de llorar muy rápido. Eso mismo te pasará a ti, pero sólo si lloras como llora un niño”.
1 comentario:
Generalmente, en mi caso,lloran desconsoladamente cuando tienen hambre y lo soluciono con un biberón. Otras veces al final de la tarde, lloran para reclamarme, así que miro de cogerlos y entretenerlos. Nunca han sido llorones excesivos, de momento, pero algún que otro día se han puesto a la par, y te aseguro que me las tengo que ingeniar para atenderlos a la vez.
La primera cita de Coelho es genial.
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