Lentejas: si quieres las tomas, y si no las dejas:
“El filósofo Aristipo cortejaba el poder de la corte de Dionisio, tirano de Siracusa. Una tarde encontró a Diógenes preparándose un pequeño plato de lentejas.
-Si halagases a Dionisio, no te verías forzado a comer lentejas –dijo Aristipo.
-Si tú supieses comer lentejas, no te verías forzado a halagar a Dionisio –respondió Diógenes.
Dice el maestro:
Es verdad que existe un precio para todo, pero ese precio es relativo. Cuando perseguimos nuestros sueños, podemos dar la impresión a los demás de que somos miserables e infelices. Pero lo que los demás piensan no importa: lo que importa es la alegría de nuestro corazón”.
Cuestión de perspectiva:
“Un viejo sabio chino caminaba por un campo de nieve cuando vio a una mujer llorando.
-¿Por qué lloras? –preguntó él.
-Porque me acuerdo del pasado, de mi juventud, de la belleza que veía en el espejo, de los hombres que amé. Dios fue cruel conmigo porque me dio memoria. Él sabía que yo recordaría la primavera de mi vida, y que lloraría.
El sabio contempló el campo de nieve, con la mirada fija en un punto. En un determinado momento, la mujer paró de llorar.
-¿Qué estás mirando? –preguntó.
-Un campo de rosas –dijo el sabio-. Dios fue generoso conmigo porque me dio memoria. Él sabía que, en el invierno, yo siempre podría recordar la primavera y sonreír.
Fuente: Maktub. Paulo Coelho.
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