martes, 8 de febrero de 2011

Diez cosas que he aprendido con mis alumnos y alumnas.

He visto en otros blogs que se están escribiendo estradas tituladas "10 cosas que he aprendido con mis hijos", y como yo no tengo ni hijo ni hija, he decidido realizar una entrada similar, pero haciendo alusión a mis alumnos/as.

He aquí, pues, qué he aprendido con ellos/as (a ver qué tal me sale):

1- Aunque es algo que he pensado desde siempre, en la praxis he observado que cada niño/a es un mundo diferente. Cada cual tiene sus posibilidades y sus dificultades, sus dudas, sus preguntas, su historia; cada uno/a tiene sus días buenos y sus días de mayor travesura; cada uno/a es un trocito de alegría; cada uno/a es un regalo diferente... y un regalo precioso.

Lo de la travesura es totalmente comprensible, y algo que debería estar un poco más aceptado (sin llegar a permitir un alocado libertinaje, claro está), pues un/a niño/a que no se mueve, está enfermo/a o tiene un problema. Además, ¿cómo pedir que permanezca totalmente inquieto un ser que precisa de su propio movimiento para desarrollarse y aprender? Horrible me parece toda aquella persona que pretende mantener a los niños y las niñas como si fuesen estatuas, y mediante absurdos métodos restrictivos y altamente conductistas.

2- Que enseñar y educar no es fácil, y que la teoría de poco sirve si no hay una práctica de por medio.

3-  Que los niños y las niñas son maravillosos/as exploradores/as en potencia. Su espíritu y su energía les mueven a querer aprenderlo todo; pero es la escuela actual la que, desgraciadamente, sustituye esa gran y maravillosa motivación que todo/a infante tiene, por una amarga y oscura énfasis en la competitividad y la preocupación por las calificaciones.

4- Que, tal y como dice el pedagogo Paulo Freire, en la enseñanza dialogada, construida y compartida siempre surge un proceso de retroalimentación: los educandos aprenden del docente, pero el educador también aprende de los y las discentes.

5- Que cuando amas de verdad a tus alumnos y alumnas, y éstos/as realizan una mala conducta que se sale de lo que le has enseñado (cuando insultan o pegan a un/a compañero/a, por ejemplo), te hace un daño inmenso en lo más profundo de tu corazón y sientes una gran impotencia.

6- Que hasta que no convives con ellos/as unos días, y hasta que no les conoces más afondo, cuesta saber qué camino seguir.

7- Que en todo momento, en toda circunstancia y en todo lugar, siempre hay algo que poder enseñar, y un valor hermoso en el cual poder educar.

8- Que en sus fracasos, también sientes la pena; que sus problemas, de modo alguno también son tuyos; que sus lágrimas, aunque en silencio y sin expresión, también son tuyas...; pero que también en sus éxitos sientes la emoción; que sus grandes vivencias siempre son compartidas; que sus sonrisas despliegan a la vez la tuya, y te alegran tanto como la luz del sol.

9- Que son mucho más importantes la paciencia y el cariño a la hora de educar que una buena teoría, pues si los primeros faltan, ¿cómo habrá ánimos para pretender enseñar y educar bien? No solamente quien orienta y pone normas, educa; bajo mi punto de vista, también educa quien ama. Es más, considero que exclusivamente quien se aventura en el camino de la educación por amor al infante, y por pretender cuidar y elevar al ser humano a su mayor condición física, psíquica y moral, es verdaderamente un/a educador/a.

10- Que siendo pedagogo, a la vez soy:

Un explorador... de mundos.
Un comunicador... de sueños.
Un conductor... de sensaciones.
Un escultor... de almas.
Un padre o una madre que comparte sus genes... de la cultura y el saber.
Un ingeniero... de vidas.

Y para mí, como esto, pocas cosas son igual de gratificantes.

6 comentarios:

Dejame que te cuente dijo...

bueno enrique...
escribes cosas tan interesantes...¡¡¡
pero me falta el tiempo para comentarte sobre todas..aunque cuanto me gustaria poder conversar contigo de algunos temas...¡¡¡

lo que cuentas en este post es hermoso...
la labor de profesores y educadores...es impagable en la mayoria de los casos...
y elaprendizaje que hacemos con ellos(yo como madre y vosotros como docentes)... no tiene precio...
esto de la enseñanza (o de la maternidad)...siempre digo que es como sacarte el carneet deconducir...una vez te dan el titulo...DEBES DE APRENDER A CONDUCIR POR TU CUENTA Y POCO A POCO..

UN ABRAZO

Enrique dijo...

Muchísimas gracias, Firenze. Me alegro de que te haya gustado.

Y bueno, no tengas prisa en comentar. Estas cosas siempre se pueden ir haciendo poco a poco.

:o)

Besos.

madredemellizos dijo...

Creo que los maestros tienen un papel muy importante en la educación de un niño, pues mis hijos pasan y pasarán mucho tiempo en la escuela-guardería. Me alegra saber que los educadores también tienen cosas que aprender de nuestros hijos...y sobretodo a tener paciencia. No sé si podría yo tener organizada un aula con tantos crios!

Enrique dijo...

Gracias, Madredemellizos, no sabes cuánto me agrada saber que aquí en España existe gente a quienes les preocupa la educación, y que valoran la labor de los/as educadores/as.

Por lo general, la pedagogía está muy poco valorada, y escuchar cosas como éstas, siempre le motiva a uno.

Saludos.

mamisepa dijo...

Creo que sólo lo valoramos cuando tenemos hijos, y aún así, lamentablemente hay quien no lo valora. YO ahora me doy cuenta de la gran labor que hacen, y siempre trato y trataré de inculcar a mis hijas el respeto por el profesor, y el día que haya malos resultados o problemas, no iré a quejarme al profesor, en todo caso iré a hablar con él para ver si me ayuda a encauzar la situación.

La verdad es que todo lo que has escrito en el post me parece maravilloso.

saludos

Enrique dijo...

Misteriosa:

Me ha encantado tu frase "en todo caso iré a hablar con él para ver si me ayuda a encauzar la situación".

Pienso que uno de los problemas que ha habido y hay, es la falta de objetividad en los padres y las madres.

Es difícil, pero hay que intentar ser objetivos. Antaño, los padres y las madres eran subjetivos, pero a favor del profesor (siempre tenía éste la razón, y el niño recibía un castigo incluso por cosas que no había hecho).

Hoy día permanece dicha subjetividad, pero el proceso es al revés: a favor siempre de los niños y las niñas.

Creo que lo óptimo es, como tú has dicho, ir a hablar con el profesor para ver qué ocurre, y no ir la idea preconcebida de que ocurre algo respecto al niño o respecto al profesor. Y en ese qué ocurre, va incluido un cierto pensar que el problema puede estar en el niño, puede estar en el profesor, puede estar en ambas partes, o puede estar en algo externo (amigos/as, familia, etc).

Besos.

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