domingo, 30 de enero de 2011

Crítica a Amy Chua y su educación coercitiva.

En el blog Madre de Mellizos (cuyo link es este: http://madredemellizos.blogspot.com/), hallé una entrada en la cual se habla sobre Amy Chua, quien ha escrito El himno de batalla de la madre tigre.  Según comenta Madre de Mellizos, Amy “en su libro explica que hay que educar con mano dura. Sin errores, ni caprichos, ni amigos. Defiende que inculcar el sentido de la competitividad y del éxito contribuye a que el niño madure más rápido. Castigar y humillar”.

He buscado información sobre Amy Chua y sobre dicho libro, y en éste, Amy comenta que las madres chinas son mejores que las madres de Estados Unidos porque las primeras no son permisivas, y explica alguna de las pautas que siguió con sus hijas:

-No dejar dormir a sus hijas fuera de casa.
-No dejarlas participar en juegos colectivos durante horas con otros niños.
-Impidió que participasen en alguna obra de teatro del colegio, y mucho menos que protestasen por ello.
-No permitió que viesen la televisión o jugasen con el ordenador.
-No dejó que ellas eligiesen sus propias actividades extracurriculares.
-Tenían prohibido sacar una nota por debajo del sobresaliente.
-Debían ser número uno en todas las asignaturas menos gimnasia y teatro.
-Debían tocar el violín o el piano. Cualquier otro instrumento estaba prohibido.

Amy Chua cita varios estudios para demostrar que las madres chinas se preocupan mucho más de la educación de sus hijos. Según ella, los niños occidentales pasan más tiempo jugando y haciendo deportes, mientras que los chinos estudian más y no entienden la enseñanza como algo divertido. Se trata de ser el mejor desde pequeño para después tener más oportunidades de mayor:

Aunque pueda sonar extraño, he ojeado fuentes que afirman que en China la educación es uno de los temas más debatidos por la sociedad, y se está luchando por cambiar la visión tradicional de la enseñanza, ya que consideran que se ejerce demasiada presión sobre los niños y las niñas desde la infancia, y dado que no promueve la imaginación y la creatividad.

De hecho, algunas de las pautas que defiende Amy Chua han creado en los/as jóvenes chinos/as depresiones e incluso odio y aversión hacia su padre y su madre. Muchas otras personas terminan abrumadas por la presión social y educativa, y acaban suicidándose. 

Dicho esto, voy a tratar de rebatir algunas de las ideas expuestas por la soñora Chua:

“Educar con mano dura. Sin errores, ni caprichos, ni amigos”: Bajo mi punto de vista, Amy Chúa confunde los términos “autoridad” y “autoritarismo”, así como “libertad” y “libertinaje”.

Si consultamos el diccionario de la R.A.E, las definiciones del concepto “autoritarismo” son:

1. m. Sistema fundado primariamente en el principio de autoridad.
2. m. Actitud de quien ejerce con exceso su autoridad.
3. m. Régimen autoritario.

Fijémonos que el autoritarismo hace referencia a que el principio básico está en la autoridad, y según la definición número 2, se ejerce en exceso.

Por contra, si buscamos la palabra “autoridad”, observamos lo siguiente:

1. f. Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho.
2. f. Potestad, facultad, legitimidad.
3. f. Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.

Para mí, un/a buen/a educador/a ha de tener autoridad, pues no puede “tomar el mando”, no puede guiar, aquella persona que carece de autoridad. Ahora bien, esta autoridad, aunque puede conseguirse por ley o por obligatoriedad, también puede conseguirse, como indica la tercera definición, por prestigio. Un/a educador/a que consigue gustar, captar la atención, orientar adecuadamente, fascinar… a su hijo/a o a sus alumnos/as, logrará tener autoridad de prestigio. ¿¡Cuántas veces hemos escuchado decir a los niños y las niñas "esto es así porque lo ha dicho mi papá, mi mamá o mi profesor/a", y no hay forma de hacerles entrar en otra razón a menos que sea su padre, madre o maestro/a quien se lo diga!? Porque los niños y las niñas, cuando comienzan a explorar y subsisten gracias al aprendizaje, se maravillan ante todo ser humano que les enseñe, que les guíe ante el mundo y les dé luz.

Cierto es que podemos conseguir autoridad si vamos tras la gente apuntándoles con un arma… pero en el momento en el que perdamos el arma, habremos perdido la autoridad y, muy probablemente, aquella persona a la que henchimos de miedo, se vuelva contra nosotros/as. Sin embargo, si logramos acaparar la autoridad mediante el prestigio, tendremos autoridad siempre.

Asimismo, podemos divisar que “libertinaje” hace referencia al  “desenfreno en las obras o en las palabras”; mientras que la “libertad” consiste en:

1. f. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
2. f. Estado o condición de quien no es esclavo.
3. f. Estado de quien no está preso.

Cuando Amy Chua hace referencia a “educar sin errores, ni caprichos, ni amigos”, he de decir lo siguiente:

Sin errores: Todo ser humano yerra. Como dijo Jesús de Nazaret, “que tire la primera piedra quien esté libre de pecado”. Es totalmente lógico que los niños y las niñas cometan errores, pues son, al igual que las personas adultas, seres inacabados, que necesitan que alguien les guíe en el mundo para poder saber qué está bien y qué está mal, qué es bueno para ellos/as y qué es malo.

Hay que tener en cuenta cuál es la acción que ha cometido el niño o la niña: si se trata de que éste/a ha pegado a alguien, lógicamente es “un error” que hay que enseñarle que está mal, por qué motivo, y enseñarle que toda acción tiene consecuencias (aunque hasta antes de los 6-7 años apenas nos comprenderá, según Jean Piaget, pues no es hasta alrededor de los 7 años cuando desarrolla la conciencia moral). Ahora bien, si estamos enseñando a un/a niño/a a sumar y a restar, absurdo es no permitir que se equivoque.

Los niños y las niñas necesitan normas. El mundo de los y las infantes es algo así como el espacio pero sin planetas, ni galaxias, ni estrellas. Está “oscuro y casi vacío”, y no pueden ver dónde está el arriba, dónde el abajo; dónde se encuentra la derecha y dónde la izquierda; qué deben hacer, y si lo que hacen está bien o mal…

Es por ello que necesitan normas que les ayuden a organizar su mundo, “su espacio”, para poder moverse con seguridad. Pero no todo se basa en normas. También precisan de afecto; saber que hay alguien ahí que les quiere, que les cuida, que les protege. Podría decirse que en un/a infante, amor es igual a normas más ternura y protección.

Sin caprichos: Hay que hacer notar que esta mujer parece no comprender que existe una gran diferencia entre “educar con caprichos” y “educar caprichosamente”. Toda persona de vez en cuando tiene caprichos, deseos. Si usted no tuviese el capricho de disponer de internet o de obtener algo de información acerca de los temas de educación, no estaría leyendo esta entrada en este momento. Lo mismo ocurre entre los/as niños/as: hay veces que tienen deseos.

La cuestión está en mantener un equilibrio entre qué se le puede ofrecer y qué no (y hacérselo entender. No vale un “porque lo digo yo”), y en no llegar hasta el punto de que lo consiga todo y sin ningún esfuerzo. Comprar un regalo alguna vez es otorgar algún capricho; ofrecer todo cuanto el niño o la niña quiera, es educar caprichosamente (lo cual llevará a esta persona a sentir grandes frustraciones cuando en un futuro se dé cuenta de que no todo puede conseguirse, y mucho menos fácilmente; por lo que se corren riesgos de que desarrolle actitudes de agresividad cada vez que desee algo).

Educar sin amigos: Algunos estudios y casos de “homeschooling”, en los cuales los padres y las madres no permitieron a los/as hijos/as relacionarse con amigos/as, arrojan muestras de que pueden llegar a sociabilizarse. No obstante, yo soy partidario de que tener amigos/as permite adquirir más puntos de vista aparte del de los padres y las madres, y ayuda a la independencia. Ahora bien, una cosa es educar con amigos/as… y otra cosa es educarse exclusivamente con los/as amigos/as. Es decir, hay que permitir que tengan los niños y las niñas, amigos y amigas, pero eso no significa que dejen de tener a su padre y a su madre, como sucede hoy en día. No pocas veces he atisbado a niños/as con menos de 10 años jugar en el parque, mientras su padre y su madre permanecen en su casa viendo la televisión. Opino que uno de los grandes problemas educativos reside en que numerosos/as padres/madres tienen a sus hijos/as como quien tiene un coche; quiero decir, que nunca permanecen junto a ellos/as (los hijos y las hijas están todo el día en el parque, en la escuela, con el abuelo y la abuela, en una actividad extraescolar, y no ven ni a su padre ni a su madre en todo el día). Busquemos, pues, un punto equilibrado: independencia pero con ayuda, con guía, con cuidados.

Según comenta Madre de Mellizos en su entrada, Amy Chua “defiende que inculcar el sentido de la competitividad y del éxito contribuye a que el niño madure más rápido. Castigar y humillar”.

En primer lugar, según los estudios, se consiguen mejores resultados en las aulas cuyos/as profesores/as crean un clima de cooperación, que en ambientes de competitividad.

Yo opino que debe existir la competitividad, pero con uno/a mismo/a. Aprender cuáles son las posibilidades y las limitaciones, y superar ambas partes, mejorándose tanto en habilidades físicas y mentales, como moralmente, a fin de llegar a ser no sólo una persona con mejores rendimientos, sino que también un mejor ser humano.

En cuanto a los castigos (haré caso omiso a lo de “humillar”, pues no tiene sentido alguno y creo que, sin necesidad de explicarlo, queda claro que es algo absurdo), he de precisar que los castigos son necesarios (pero teniendo en cuenta qué tipo de castigo se aplica, y que el grado y la duración vayan acorde con el daño causado). A mí me gusta más hablar de consecuencias lógicas, en vez de castigos. Por qué no sé qué sentido tiene castigar sin televisión a un/a niño/a que pegó a otro/a en el parque. Lo normal es que vaya asociada la acción a una consecuencia que tenga que ver con lo que se ha hecho. Sin embargo, tengo que matizar que los seres humanos tenemos la especial habilidad de fijarnos por lo general en todo aquello que es malo. Lo bueno no lo tenemos en cuenta. Y debería ser al contrario, pues es mucho más eficaz fortalecer las acciones buenas de los niños y las niñas fijándonos en qué hacen bien (por insignificante que nos parezca el acto realizado), y reforzándoles de vez en cuando con premios, que si solamente nos fijamos en lo malo y les castigamos, pues les inculcamos la idea de que siempre son torpes, que nada pueden, son malas personas, y actúan constantemente presionados, llevándoles, como indican los informes chinos, al odio y el suicidio. Y, sobretodo, soy partidario de que los premios obtenidos sean intrínsecos, más que provenientes del exterior. Es decir, que el premio consista en la satisfacción que se tiene al hacer las cosas bien, en lugar de hacer cosas buenas solamente porque así me van a dar un premio.

En conclusión: la educación debe ser un proceso de ayuda, que compagine autoridad con amor; independencia pero con ayuda; y normas con libertad.

Hay que conseguir realizar el ejemplo que me mostró un profesor cuando le pedí que me resumiese en pocas palabras en qué consistía la educación: me pidió que le diese la mano y me colocase de cuclillas. Después me dijo que caminase de cuclillas sin soltarle la mano, y que, a medida que avanzábamos juntos, fuese irguiéndome lentamente. Cuando me coloqué totalmente de pie, me soltó la mano y me pidió que avanzase unos pasos. Por último me dijo: “En eso consiste la educación”. Y, sin mediar más palabra, se marchó.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y es cierto: con un simple gesto me dijo más de lo que podía haberme comentado en una hora y media de clase.  

Con ese simple gesto, forjé mi propia definición de educación: Educar es un proceso por el cual una persona adulta y madura ayuda a otro ser pequeño e inmaduro a crecer, para sacar lo mejor que hay en él, y para formarle como un ser humano hábil (tanto física como intelectualmente), moral, maduro, libre e independiente.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Amy Chua , el modelo tradicional chino , me parece el sistema patriarcal-capitalista llevado al extremo.

Tal vez simplemente sea un reflejo del sistema de toda la vida.

Al fin al cabo el considerar a los menores como personas es algo relativamente contemporáneo.
Kxll

Anónimo dijo...

El hijo de una madre tigre:

http://www.aolnews.com/2011/01/18/opinion-my-life-as-the-child-of-a-tiger-mother/?a_dgi=aolshare_twitter

Kxll

madredemellizos dijo...

Una crítica muy bien desarrollada! Amy Chua está e otro pais muy lejos de aquí, pero creí que era interesante opinar acerca de sus polémicos métodos educativos. Afortunadamente en Europa no respaldamos estos comportamientos. También pienso que para conseguir éxito en venta de su libro, tiene que tener una actitud radical y crear debate.
Totalmente de acuerdo con tu explicación: Buscar un punto intermedio y no confundir términos importantes como autoridad y libertad. Es complicado educar correctamente, pero pienso que debe estar basado en el amor y la comprensión, y muchas veces hemos de ceder ante la sonrisa de nuestros hijos.
Gracias por este estupendo enlace a mi Blog. Gracias.

Enrique dijo...

Gracias a ambas.

Anónimo dijo...

Hola Enrique,
Me he pensado mucho lo de comentar este post, porque sólo pensar en ello, hace sangrar la herida de mi infancia, por haber vivido con unos padres “parecidos” a esta señora, con la única diferencia de que para mis padres “los sobresalientes” y los estudios (quitando los de música, que por cierto odio el violín como consecuencia), eran la religión, dios y demás. En mi familia ninguno de los hermanos nos hemos librado de varios traumas psicológicos, unos mas, unos menos, gracias a nuestra educación, a vivir en una “burbuja” de falsa felicidad religiosa (felicidad de nuestros padres, claro está), al autoritarismo, el sexismo… es increíble el sentimiento de culpa que puede nacer en un hijo que no está a la altura de las expectativas de sus padres, y eso se arrastra toda la vida
Has dado en el clavo en la diferencia entre autoridad y autoritarismo y libertad y libertinaje. En que muchos de los problemas que achaca esta señora a la educación occidental, no está relacionado con jugar con los amigos, a los videojuegos o ver la tele, si no que los padres no pasan el tiempo necesario con sus hijos, los tienen como quien tiene un coche y a que basan sus relaciones en lo material.
A mí hay unos puntos que con respecto a los hijos me parecen importantísimos, son el respeto, el respeto hacia ellos como personas y el respeto a sus necesidades individuales (carácter, gustos, sexualidad), el amor, la comprensión, el contacto, dedicarles tiempo y ¡predicar con el ejemplo!, los niños imitan todo lo que hacemos los adultos y a veces les castigamos por hacer aquello que nos han visto hacer a los adultos primero, les pegamos para que no peguen a otros niños,¿??? etc… pienso que debemos ser el ejemplo a seguir en los valores que queremos inculcarles, y tratarles igual que nos gusta que nos traten a nosotros.
Sobre los castigos, aún no tengo una postura clara sobre eso, será porque a mí me castigaron mucho y no es que me sirviera para nada, pero si estoy de acuerdo en educar en que cada acto que realizamos tiene unas consecuencias que hay que asumir. Sobre las normas, sí, creo que son necesarias, sobre todo con cosas que pongan en peligro su integridad física y las normas de convivencia, pero esas son para todos, para los padres también (y a veces también nosotros nos las pasamos por el forro). Saludos, Ana.
PD: Tengo varios comentarios por ahí atrasados, pero es que no tengo tiempo para nada!!! :)

Enrique dijo...

Buenas, Ana:

Encantado de que te haya gustado la entrada.

Estoy totalmente de acuerdo contigo; en especial cuando dices "pienso que debemos ser el ejemplo a seguir en los valores que queremos inculcarles, y tratarles igual que nos gusta que nos traten a nosotros".

Yo pienso una cosa:

Los padres y las madres deben más respeto a sus hijos/as que éstos/as a su padre ya su madre, por el simple motivo de que los/as hijos/as no eligen nacer, mientras que los padres y las madres sí decidieron tener a su hijo/a.

Esto no significa que los hijos y las hijas no tengan que respetar a su padre y su madre. Pero sí opino que el respeto debe ser diferente: mientras que los padres y las madres han de respetarles porque son sus hijos/as y fueron ellos quienes pudieron tener la libertad de tenerles, los hijos tienen que respetar a sus padres y madres, no como sus padres, sino como personas.

Es decir: En nuestra cultura siempre se usa la expresión: ¡es tu padre/madre, y le debes la vida! ¿Por qué, si yo lo elegí? Yo creo que lo que debo a mi padre y a mi madre es que me hayan educado, enseñado, alimentado... no el haberme engendrado, y les quiero y les querré por lo que han hecho y hacen, no porque son mis padres.

También estoy de acuerdo contigo con respecto a que las normas son para todos/as.

Por eso me gusta incidir mucho en que hay que pensar en personas y personas, porque hasta que no consigamos meternos en la cabeza que todos somos seres humanos, y dejemos de ver solo hombres, o solo mujeres, o solo adultos, o solo niños/as... seguirán, pienso, sucediendo estas cosas.

En cuanto a lo de los comentarios, no tengas prisa. Yo puedo poner normas y autoridad en este blog (no insultar, hay que respetar, etc), pero jamás impongo un autoritarismo (¡tú, escribe ya!). Jajajaja.

Besos.

Enrique dijo...

Entre una de las tantas cosas a las que me dedico, está el ajedrez.

Una vez estuve en un campeonato por equipos, y en uno de los equipos contra los que jugamos, había un chico cuyo monitor era su propio padre.

Una de las partidas que este chico jugó, la perdió; y su padre comenzó a echarle la bronca, a insultarle (¿¡Eres tonto! ¿Cómo has podido dejarte el alfil? -dijo), y le daba muchísima presión en todos los campeonatos.

Yo, cuando compito, si pierdo, aunque me quede esa mala cosita por dentro, en buena parte me alegro, porque perder para mí supone aprender.Disfruto cada movimiento, cada partida, cada torneo.

Y a mis alumnos/as de ajedrez (cuando fui profesor para los Campeonatos Escolares de la Comunidad de Madrid), recalqué mucho en eso: que están ahí para aprender; que disfruten con el juego, que vencido no es quien cae sino quien no se levanta; que auto-culparse cuando no se consigue algo nunca permite avanzar; que sólo mejoramos cuando disfrutamos en el intento y queremos seguir adelante.

Sin embargo, aunque esos hermanos de los que he hablado antes son muy buenos jugadores y les encanta también el ajedrez, cada vez que coincido con ellos me da la impresión de que no disfrutan tanto con los campeonatos, pues para ellos debe suponer algo así como las Pruebas de Acceso a la Universidad.

También recuerdo que cuando entré en kárate, en mis dos primeros años recibí clases con temor. El profesor golpeaba con una katana de coma si nos equivocábamos. Y en mi primer torneo de katas, aunque quedé en segunda posición, se enfadó conmigo porque no había quedado el primero.

Hay gente a la que no comprendo ni comprenderé...

Anónimo dijo...

Si ya lo decía la biblia... "honrarás a tu padre y a tu madre" y a tus hijos que les dén, esto lo digo yo.
Ahora que he indagado más en el método de esta señora... he visto que su hija mayor la ha defendido de las críticas que ha suscitado su libro.. esto me recuerda que yo también defendí a mi madre cuando se peleaba con mi hermana "la rebelde" (que por cierto es mi mejor amiga) y cómo con el tiempo me he dado cuenta de lo que supone a nivel psicológico la presión de las exigencias de tus padres... es curioso, según nos hemos ido haciendo mayores todos los hermanos hemos necesitado de relaciones de sumisión-humillación con los otros. Unos con sus parejas y otros como yo con las amistades (siempre buscaba amigas que estuvieran por encima de mí, mas guapas mas sociables, más "guays" que en muchos casos me humillaban y se reian de mí). La autoestima me la he tenido que trabajar a base de soledad, introspección,un marido maravilloso,las conversaciones con mis hermanos y las experiencias, cuando ya he sido mayor.
EStoy totalmente de acuerdo con lo que dice el primer comentario, que la educación de esta señora es educar para servir al patriarcado-capitalismo al extremo. Estoy de acuerdo contigo en que a parte de ganar o no ganar, lo importante es que te guste y disfrutar de lo que haces, y esque tomarse la educación como una competición nunca es bueno, porque siempre habrá alguien que pueda ser mejor que tú.. y quién nos prepara entonces para esa frustación?.
Sentir que has fallado a tus padres, cuando tus pensamientos, sentimientos, capacidades no son de acuerdo a sus exigencias, es una de las cosas peores que le pueden pasar a un niño o adolescente, no tienes la capacidad de entender que son ellos los que te están fallando a tí, porque son tus padres, los idealizas y de eso te das cuenta con el tiempo... y es una pena.
Saludos, Ana.

Enrique dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pienso que tu madre quizás con el tiempo “se educará”, sólo por el hecho de que salieras adelante con tantos problemas cuando naciste, eres un luchador. En cierto sentido, es normal que te hayan sobreprotegido y que ahora les cueste dejarte volar libre, pero es muy importante de que te hayan dejado libremente escoger que quieres ser en la vida (aunque no les haya gustado).
Yo estoy hablando de autoritarismo, castigos físicos, falta de cariño, sólo los hijos debemos a los padres, el sexo era pecado mortal y tabú.. No nos daban besos ni abrazos ni cariño, cuando hemos sido mayores es cuando mi madre ha empezado a darnos besos, cuando ha visto que nos alejábamos de ella. Nos comparaban siempre con los niños de nuestra edad que creían que eran más perfectos que nosotros. Imagínate cómo se puede llegar a sentir un niño cuando vé a su madre llorando porque sus hijos no son como ella quieren que sean.
Las reuniones familiares estaban centradas en los temas religiosos, las chicas debíamos cumplir con todos los estereotipos sexistas habidos y por haber. Vivíamos como en una burbuja, en un grupo cerrado religioso y fuera de ahí (los demás familiares, en el colegio, el instituto, el vecindario) la gente nos veía como “los raros”, y eso también nos hizo mucho daño y nos ha dificultado muchas veces la integración y las relaciones con los demás.
Eso es lo que esperaban mis padres de mí, igual que lo que espera Amy Chua de sus hijas es que sean las mejores académicamente hablando, sin importarles lo que sus hijos como personas con derechos que son, quieren. Ese tipo de educación es muy peligrosa, y forma parte de un sistema. Me identifico con el testimonio de ese chico que ha puesto kxll en su segundo comentario. Sé que a su vez mis padres también han sido víctimas de un tipo de educación, pero eso no quita que tengas que hacerle lo mismo a tus hijos. Creo que es muy importante ser consciente (me encanta esta palabra) del daño que te han hecho a ti antes de tener hijos, buscarte a ti mismo y definir que es lo que quieres, y no descargar tus frustraciones en ellos.
Ana.

Enrique dijo...

Ana:

Comprendo. Es una pena que sucedan cosas así. Pero como tú misma has dicho, hay que ser conscientes, y no repetir la historia.

Así que, ánimo y suerte, que ahora tu vida es nueva, y si estás aquí escribiendo, es porque tú también has luchado mucho y has sabido salir adelante.

Besos.

Enrique dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Si Enrique, pero cuando tienes hijos, sientes miedo de repetir la historia con ellos, o de hacer todo lo contrario y que acaben acaben siendo unos "ninis" jejeje, la educación es dificil, y eso que yo sólo estoy empezando :), por eso, aunque yo tengo mi experiencia personal, leo tu blog de educación y otros de maternidad, que ayudais a tener muchas visiones de la vida y la educación y enriqueceis mis posibilidades de ser una "buena" aunque imperfecta (como todos) madre.
Ana.

Enrique dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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