jueves, 28 de abril de 2011

Un gran nivel a un alto precio.

Abro el Informe PISA 2010 (Programme for International Student Assessment). Corea del Sur se encuentra en los primeros puestos (por detrás de China y Finlandia). Pero, ¿merece la pena? Veamos:

En los sesenta, la riqueza media de Corea del Sur era comparable a la de Afganistán. Pero para finales de los ochenta, uno de cada tres surcoreanos que finalizaba el colegio proseguía estudios superiores. 

Casi la totalidad de los surcoreanos (el 98%) de 24 a 34 años ha finalizado la educación secundaria, mientras que entre sus compatriotas 20 años mayores, la cifra es del 55%, según datos de la OCDE.

Aunque Corea del Sur invierte mucho en educación, gran parte proviene de las familias. El gasto en educación pública por estudiante es inferior a la media de los países de la OCDE, según el informe Panorama de la educación. 

Parte del éxito del sistema se debe a la calidad de los profesores, que son contratados entre los mejores de cada promoción. Pero, sobre todo, se debe, según algunos especialistas, a las largas jornadas escolares. Los niños y las niñas van a clase hasta once horas al día, y luego, presionados/as por sus familias, tienen que dedicar más horas en casa o en academias a los libros. De hecho, no es raro que estudiantes previos a la entrada en la Universidad regresen a su casa a medianoche a causa de sus estudios.

Gran parte de los/as discentes acude a academias privadas tras el colegio para mejorar sus resultados académicos, pues en la sociedad surcoreana si un/a joven no va a una buena universidad lo más normal es que no encuentre trabajo.

El precio a pagar de los/as chicos/as por el éxito del sistema es, a mi parecer, muy alto. Su nivel de estrés es el mayor de la OCDE, y son los/as menos felices.

Los niños y las niñas estudian 49,4 horas a la semana, frente a una media en los diferentes países de 33,9 horas, y su índice de felicidad es de 65,1 respecto a un valor medio de 100. Tienen poco tiempo para jugar y dormir; y según un informe hecho público en agosto del 2009 por el Ministerio de Educación surcoreano, solo uno/a de cada dos niños/as dice ser feliz y uno de cada seis dice sentirse solo/a.

Como resultados encontramos un elevado índice de suicidios entre los estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato, llegando a 200 en el 2009 (el índice de suicidios se elevó del 2008 al 2009 un 47%); en parte ocasionados por no haber logrado las calificaciones necesarias.

En cuanto al coste, la Educación Primaria es gratuita, pero a partir de ahí no, lo cual conlleva a una gran presión financiera en las familias.

También existe descontento entre los/as profesores/as, a pesar de estar bien pagados/as. Dicen que se sienten infravalorados/as y que las clases están masificadas, además de que sus estudiantes están a menudo agotados/as. 

Su sistema es caracterizado por la memorización, el aprendizaje orientado a los hechos, la enseñanza autoriatista y una falta de énfasis en la creatividad.

Entonces, viendo esto, me pregunto: ¿Merece la pena lograr un alto nivel educativo si el precio a pagar es la infelicidad de la ciudadanía? Para mí la respuesta es clara: no. Antes que un/a alumno/a mío/a saque un 10, prefiero que esté sano/a y que sea feliz. La salud, para mí, es lo primero. Considero apropiado, en todo caso, hallar un equilibrio en el que se compaginen adecuadamente rendimiento académico y un buen nivel de vida. Y si es posible, en el mejor de los casos, que ambas partes (rendimiento y felicidad) lleguen a la cima; sin que la consecución de una suponga la carencia de la otra.

Fuente: 

Informe PISA 2009. (En este enlace, del Ministerio de Educación y Ciencia,  podrá descargar el Informe).
- Artículo de El País: Paradoja escolar en Corea del Sur, por José Rinoso.

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